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LA CONVERSIÓN DE FRANCISCO DE ASÍS 215 La sensibilidad por los pobres es otro de los signos que acompañó· este proceso de aclaración. La contradictoria imagen de un mercader generoso se va transformando en la de un rico que no se contenta con dar limosna a los pobres, sino que hace tímidos ensayos por ser uno de ellos. 61 La voluntad de acercamiento hacia los pobres como sospecha de que allí puede encontrar el sentido de su vida llega hasta los mismos leprosos, el lugar donde la pobreza adquiere su máxima consistencia. En el leproso convergen todas las pobrezas humanas, por eso es el sacramento primordial de la presencia del Señor. El mismo ·Francisco lo reconocerá después a lo largo de su vida, y en el Testamento lo indicará como el momento privile– giado en la orientación de su proyecto. 62 En el pobre más pobre -el leproso- se le ha hecho presente el Señor, y la respuesta vital· de Fran– cisco no puede ser otra más que seguirle a través de la pobreza. La reconstrucción de iglesias, a raíz de la locución del Cristo de San Damián, 63 materializó también el itinerario de su conversión. Pero en él se da un hecho curioso y es el de la valoración del dinero. Igual que avanza en su actitud hacia los pobres desde un «dar limosna» hasta intentar expe– rimentar la misma pobreza estando entre ellos, también aquí hay una pro– gresión entre el dar dinero para reconstruir iglesias y el ponerse él mismo a reconstruirlas pidiendo, incluso, dinero para adquirir materiales. 64 Es im- • 1 «Una vez en Roma, adonde había llegado como peregrino, se quitó, por amor a la pobreza, el rico traje que llevaba puesto y, cubierto como un pobre, se sentó gozoso entre los pobres en el atrio de la iglesia de San Pedro (que era lugar de afluencia de pobres), y, teniéndose por uno de ellos, con ellos comió de buena gana» (2 Cel 8). • 2 . Cf. Test 1-3, en la nota 46. 63 «Llamándolo por su nombre: "Francisco -le dice-, vete, repara mi casa, que, como ves, se viene del todo al suelo". Presa de temblor, Francisco se pasma y como que pierde el sentido por lo que ha oído. Se apronta a obedecer, se reconcentra todo él en la orden recibida» (2 Cel 10); cf. S. DA CAMPAGNOLA, Fran– cesco d'Assisi nei suoi scritti..., pp. 135-136. •• «Regresando hacia Asís, dio con una iglesia, próxima al camino, que anti– guamente habían levantado en honor de san Damián, y que de puro antigua amenazaba ruina inminente» (1 Cel 8). «Acercóse a ella el nuevo caballero de Cristo, piadosamente conmovido ante tanta miseria, y penetró temeroso y reverente. Y, hallando allí a un sacerdote pobre, besó con gran fe sus manos sagradas, le entregó el dinero que llevaba y le explicó ordenadamente cuanto se había propuesto» (1 Cel 9). «La primera obra que emprendió el bienaventurado Francisco al sentirse libre de la mano de su padre carnal fue la construcción de una casa al Señor; pero no pretendía edificar una nueva; repara la antigua, remoza la vieja... Como hubiese retomado al lugar donde, según se ha dicho, fue construida antiguamente la iglesia de San Damián, la restauró con sumo interés en poco tiempo, ayudado de la gracia del Altísimo» (1 Cel 18). «Entre tanto, el santo de Dios, cambiado su vestido exterior y restaurada

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