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LA CONVERSIÓN DE FRANCISCO DE ASÍS 211 colocar ingenuamente ni como el desenlace de una toma de partido socio– político, ni tampoco como la conclusión, simple y pura, de una conversión espiritualista. II. LA CONVERSIÓN DE FRANCISCO l. «ESTABA EN PECADOS» El itinerario espiritual de Francisco es el de un convertido. Y en toda conversión hay una trashumancia de situaciones que van desde el recono– cerse pecador hasta el ponerse en el camino de la penitencia. Francisco expresa claramente en su Testamento estas diversas etapas usando unos términos que, para él serían muy significativos, pero sacados del contexto, no reflejan suficientemente la realidad. Con la frase «estar en pecados» resume todo el tiempo anterior a su conversión, mientras que, para indicar su opción, lo hace con otra frase no menos lacónica: «salir del siglo». 46 Pero, ¿qué hay detrás de todo ese «vivir en pecados» con el que Francisco confiesa su época de juventud? Francisco pertenecía a una familia de mercaderes. Su padre, Pedro Ber– nardone, es presentado por los biógrafos como un hombre conocedor del oficio y consciente de lo que significaba y exigía ser mercader en aquellos tiempos. Sus continuos viajes a las ferias francesas para adquirir género y venderlo en Asís y mercados vecinos hacen suponer que se trataba de un negocio de envergadura. Un negocio que no sólo pretendía mantener sino, incluso, ampliar, iniciando a Francisco para que se quedara al frente de la tienda en Asís y asistiera a los mercados vecinos, mientras él viajaba en busca de tejidos de calidad para satisfacer la demanda de las clases más pudientcs. 4; La aptitud de Francisco para el comercio es vista por los biógrafos den– tro del marco perfeccionista en que se encuadra toda la vida del santo. " «El Señor me concedió de esta manera, a mí el hermano Francisco, el comenzar a hacer penitencia; en efecto, como estaba en pecados, me parecía muy amargo ver a los leprosos. Y el Señor mismo me condujo entre ellos, y practiqué con ellos la misericordia. Y, al separarme de los mismos, aquello que antes me había parecido amargo, se me tornó en dulzura de alma y de cuerpo; y, después de esto, permanecí un poco de tiempo y salí del siglo» (Test 1-3). Cf. J. MIOó, Reflexiones sobre el Testamento de san Francisco, en Sel Fran n. 28 (1981) 6-11; R. KOPER, Das Weltverstiindnis des hl. Franziskus von Assisi..., Werl/ Westf. 1959. 47 Cf. TC 2; 1 Cel 8; LM 1, 1; S. DA CAMPAGNOLA, La societa assisana, pp. 369ss.; sobre la situación de los mercaderes en Asís puede verse: P. V. RILEY, Francis' Assisi: its political and social History, en Franciscan Studies 34 (1974) p. 419.

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