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LA «ALTÍSIMA 'POBREZA» FRANCISCANA 121 que permiten a la Orden instalarse en las ciudades, y .los eremitorios y formas de vida precaria, que siguen recordando la peregrinación. Avanzando en la distinción, -extrafia a san Francisco como hemos visto, ·entre propiedad y uso, se va alambicando en la misma teoría de este últi– mo, y la bula Exiit de Nicolás IU (1279), mientras defiende la pobreza absoluta de dos hijos de san Fr..ancisco contra los detractores de fuera, acUfía una nuev.a división: él .uso de .dertJCho y el uso de hecho; sólo éste corresponde a la religión de frailes menores, «mitis et humilis, in pauper– tate et hutnilitate radicata». Todavía otra distinción sutil: según los casos, el uso de hecho deberá ser moderado o estr.echo, siempre «pobre» («Quoad dominium, omnimoda abdicatio, et in uso, ne:cessitas»). Nicolás lll ratifica la bU!la de lnocencio IV, declarando que todos los bienes muebles e inmue– bles, que los bienhechores no se reservan, pertenecen a la santa Sede, «no de otra manera -razona ·el documento, en un esfuerzo por evitar el des– acuerdo entre el derecho común y el caso singular de los menores- que el hijo adquiere para el padre, el siervo para el Sefior y el monje para el monasterio». Finalmente, la bula Exivi de Clemente V (1312), en pleno clima decretalista, traza una interminable casuística en torno a la incapa– cidad de dominio y al «simple uso de hecho». El capítulo del dinero, respecto del cual no cabe según la Regla ni siquiera el uso pobre, 'hubo de pasar por una alambicación jurídica bas– tante más laboriosa. Intentóse resolver el conflicto primero mediante fos nuncios, que en nombre de los bienhechores realizaban los pagos por las compras efectuadas por los frailes, y mediante los amigos espiritua.Z.es , en cuyas manos se depositaban las limosnas destinadas a cubrir ilas necesi– dades «inminentes» que fueran presentándose. La bula Quo elongati, que lanzó a la Orden por este camino del depósito pecuniario, se sirve de un juego conceptual bien curioso para hacer ver que, así y .todo, el capítulo cuarto de la Regla sigue en vigor: «·El que realiza el pago, aun cuando sea presentado por los mismos frailes, no ies "nuncio" de ellos, sino más bien de aquel que la recibe... ; los frailes pueden recurrir al amigo espiritual, .que tiene en depósito los fondos, para salir ail paso a las necesidades, sobre todo si él es negligente o ignora las necesidades de los mismos». Eran los comienzos de la transformación de la vida interna de la Orden. Cincuenta años más tarde, completa ya aquélla, el conflicto había.adquirido . proporciones .de tragedia, agudizado por la protesta de tlos «espirituales». La bula Exiit hizo ,equilibrios indecibles por institucionalizar el sistema, ya enormemente complicado, mientras insistía en convencer a todos de que, no obstante la presencia primordial del dinero en 4l economía de la Orden, «no debe decirse que los frailes menores reciben dinero ni por sí ni por persona interpuesta, .conti:a tJ.a ~glá o contra la pureza de la profesión de su Orden, siendo así que está bien claro, por todo lo expuesto, que no incu-

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