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118 L. TRIARTE otra cosa, sino que como peregrinos y forasteros en este mundo, sirviendo a 1 l Señor en pobreza y humildad... » (c. 6). Pero a la hora de dictar su Testa– mento, en 1226, parece aceptar la evolución como un hecho irreversible; recuerda con nostalgia los años en que la expropiación era total -«estába– mos contentos con una túnica, la cuerda y los calzones, y no queríamos tener más»-; pero luego ordena: «Y guárdense los frailes de recibir en manera alguna ni ,las iglesias ni las moradas pobrecitas ni cualquier otra construcción que para ellos fuere hecha, si no fuesen como conviene a la santa pobreza que hemos prometido en la Regla, hospedándose siempre en ellas como forasteros y p.eregrinos». Confía en que la fidelidad a la pobreza prometida y la conciencia de la vocación de peregrinos impedirá a los suyos incurrir en la «appropriatio», es decir, instalarse en casas e iglesias, ,que no son de ellos, sino de dueños ajenos que los hospedan de caridad. Celano, en diversos lugares de la V ita JI, atribuye ya a san Francisco la distinción entre propiedad y uso, que en manera alguna salió de la mente del fundador. 19 Tanto en la Regla pri– mera como en la segunda emplea, sin salvedad alguna, la eX<presión tener refiriéndose a los ,libros necesarios para el rezo, las herramientas para el trabajo, los vestidos ... 20 En la práctica sabemos que recibía, sin más, de los bienhechores, para sí y para los suyos, los objetos necesarios, se hacía comprar y luego regalaba cordero y ovejas llevado de compasión para con estos animales. En el breviario que se venera en el monasterio de Santa Clara, en Asís, escribió fray León: «El bienaventurado Francisco adquirió este breviario para sus compañeros fray Angel y fray León... ». Aceptaba también para :la Orden eremitorios y otras viviendas. Más aún, en 1213 recibió en forma absoluta del conde Orlando el monte Alverna por donación verbal, que en 1274 sería confirmada en escritura pública. 21 1 ' Cf. 2 Cel 18: «El santo amó este lugar (la Porciúncula)... y quiso que se conservase siempre como espejo de la Religión en humildad y pobreza altísima, reservada a otros su propiedad, teniendo el santo y los suyos el sirnple uso»; 2 Cel 59: «No quería que los hermanos habitasen en lugarejo alguno sin asegu– rarse antes de que era propiedad de un duer1o determinado ... Podemos seguirle nosotros en no tener nada en propiedad, como está prescrito, aunque no podamos vivir sin hacer uso de las casas». Este comentario del biógrafo, justificando la evolución, es grandemente significativo. 20 Cf. K. EssER, «Mysterium paupertatis». El ideal de pobreza en san Fran– cisco, en Temas Espirituales, Oñate, Ed. Franciscana Aránzazu, 1980, pp. 73-96. 21 L. LEMMENs, Testimonia minora, 36-38. El documento es de una precisión jurídica acabada: «Confessi fuerunt quo modo dictus dominus Orlandus... ore– tenus dederit, donaverit atque concesserit libere et absque ulla ,exceptione fratri Francisco eiusque sociis et fratribus tam praesentibus quam futuris». Concuerda el relato de las Florecillas, que asimismo habla de donación sin salvedad alguna (Ll 1). - El texto antes citado de Fr. León puede verse en Escritos de la BAC, 1978, p. 974.
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