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LÁZARO IRIARTE, OFMCap LA «ALTfSIMA POBREZA» FRANCISCANA 1 La «altísima pobreza» franciscana, en Estudios Franciscanos 68 (1967), 5-47. Entre los aspectos de esta llamada general a la reflexión sobre su vida y su misión en el mundo, que está sacudiendo a la Iglesia en estos años de clima conciliar, pocos han alcanzado el vigor de urgencia del tema de la pobreza. La Iglesia está como redescubriendo el Evangelio de la pobreza. No es ya el ideal ascético de una minoría de consagrados, ligados con voto de renuncia; es como un modo normal de ser y de expresarse de la Iglesia peregrina, más aún, la condición de autenticidad de su ,presencia entre los hombres como sacramento de salvación. En la abundante literatura que ya se va formando sobre el argumento de la «Iglesia de los pobres», así como en los movimientos de sello carismático que acá y allá van brotando, está palpablemente presente san Francisco de Asís. Las miradas se vuelven al «Poverello» esperando de él, también hoy, ,la respuesta verdad. Y ésta corresponde recibirla y ofrecerla ante todo a los franciscanos. Son ellos los llamados a comunicar al pueblo de Dios, en la vida y en el testimonio, el sentido depurado de la primera de las bienaventuranzas. I. RAíCES BfBLICAS DE LA POBREZA FRANCISCANA San Francisco no dio una definición de la pobreza. No era hombre de definiciones. Como todo carismático, se producía por medio de actitudes concretas, modos de vida. A la pregunta ¿qué es la pobreza?, san Francisco da una respuesta: es la pobreza de nuestro Señor Jesucristo. Ni una doc– trina, ni siquiera un programa, sino una vida, la vida pobre del •«Hijo del Dios altísimo» tal como él la recibe en el Evangelio. Y como en esta vida ve la pobreza siempre unida a la humildad, Francisco no :puede menos de juntar invariablemente estos dos elementos: la pobreza y humildad de nues- ' Nota de la Redacción: Al reproducir aquí este importante trabajo del padre Iriarte, hemos de advertir que suprimimos casi todas las notas de carácter biblio– gráfico.