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LA «ALTÍSI.\!A POBREZA» FRANCISCANA 115 del destino de los bienes de este mundo en el plan de Dios y al mismo tiempo el misterio de la presencia del Cristo en el pobre. Por eso la ,limosna es un derecho del pobrie. «Es herencia que se debe en justicia a los pobres; nos la adquirió nuestro Señor Jesucristo» (1 R 9). «Todas las cosas -decía también- han sido concedidas como limosna des– pués del pecado; y Dios, el gran limosnero, las distribuye con largueza a dignos e indignos» (2 Oel 77). Es la mesa del Señor, puesta siempre para los pobres voluntarios que se confían totalmente en las manos del Padre celes– tial. Francisco tiene fe ciega en que, mientras él y los suyos se mantengan fieles a la pobreza prometida y a la humildad, el mundo los alimentará (2 Cel 70). «Id -decía- porque al presente los frailes menores han sido enviados ail mundo a fin de ,que los elegidos cumplan con ellos lo que les debe servir de justificación ante el soberano juez: Lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos menores a mí 1ne lo hicisteis».17 Renunciar a todos los medios que aseguran la vida, lanzándose a la inseguridad completa -sin bienes, sin dinero, sin deriechos ni privilegios-, no es una locura cuando la vida está sostenida por la fe en la solicitud paternal de Dios. Pero :la vocación mendicante adquiere para Francisco su sentido pleno, sentido religioso, a la luz del misterio de la pobreza del Cristo. El capítulo 9 de la Regla I, «De petenda eleemosyna», se abre con esta exhortación: «Todos los frailes se esforzarán por seguir la humiildad y la pobreza de nuestro Señor Jesucristo». Y luego: «Cuando fuere necesario, vayan por la limosna. Y no se avergüencen, sino recuerden que nuestro Señor Jesu– cristo, Hijo de Dios vivo todopoderoso... , no se avergonzó, y fue pobre y huésped y vivió de limosnas, él y la bienaventurada Virgen y sus discí– pulos». Es la motivación que quedó en la Regla definitiva: «El Señor se hizo pobre por nosotros en este mundo». Probar la humillación del pobre, reducido a la mendicidad, era tal vez el fin ,principal de la limosna pedida cuando el fruto del trabajo no alcanzaba: «Recurramos a la mesa del Señor, pidiendo la limosna de puerta en puerta» (Test). Le gustaba más mendigar de esa manera que recibir las ,limosnas ofrecidas espontáneamente; aquel sonrojo le ponía más cerca del Cristo (cf. 2 Ccl 71; LM 7, 7). 6. «HEREDEROS Y REYES DEL REINO DE LOS CIELOS» La «mesa del Sefior» es el cumplimiento de la promesa de Jesús a quie– nes lo dejan todo por él: «El ciento por uno en esta vida»; pero Francisco 17 2 Ce! 71. Es posible que se trate de una interpretación abusiva de Mt 25, 40, poco humilde, hecha posteriormente, sustituyendo el fratribus meis mininzis (a mis hermanos más pequeños) del texto evangélico por fratribus meis minorilws (a mis hermanos menores ... ).

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