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102 L. IRIARTE (2 Cel 199-200); y en el Calvario, donde la pobreza acompañó al Salvador hasta lo alto de la cruz, misterio de «exinanición», que Francisco contempla «exinanitus totus» (1 Col 71). La pobreza-anonadamiento, misterio perpetuo en el pueblo de ,Dios, la percibe en la Eucaristía, donde «cada día el Hijo de Dios se humilla lo mismo que cuando vino desde el trono real al seno de la Virgen; cada día viene a nosotros bajo humildes apariencias ... » (Adm 1, 16-17). Penetrado de la realidad de esta pobreza, esposa fiel de Cristo en su presencia terrena, sensibi,lizada tantas veces por la incuria de los hom– bres, Francisco trata de socorrer al Pobre por excelencia, promoviendo una campaña para lograr que el Cuerpo del Señor no siga colocado «pobrísima– mente» en lugares indignos de É,l, sino rodeado de manteles, corporales, cálices y tabernáculos limpios y preciosos (Test; CtaCle; CtaCus; CtaO). fü ideal de pobreza en el misterio de Cristo lo siente también Francisco como fundador y se esfuerza por transmitirlo a los suyos. «Seguir la doc– trina y las huellas de nuestro Señor Jesucristo» es ante todo abrazar su pobreza. 4 ·«Seguir las huellas y .la pobreza del Señor» será un derecho de cada fraile menor, anterior a cualquier otro compromiso (CtaL). Y será también su recomendación postrera a las damas pobres de San Damián: « Yo, fray Francisco, el pequeñuelo, quiero seguir la vida y pobreza del ailtí– simo Señor nuestro Jesucristo y de su santísima Madre, y perseverar en ella hasta el fin. Y os ruego, señoras mías, y os recomiendo que viváis siem– pre en esa misma santísima vida y pobreza» (UltVol). A medida que su espíritu se llenaba de claridades divinas, en una cruci– fixión progresiva, iba descubriendo más y más a su Señor en cada pobre. Y sentía celos de que alguien, más pobre que él, se le aventajara en la semejanza con el Cristo. No podía soportar se ofendiera o se juzgara mal a los pobres, y decía: «Quien maldice a un pobre, injuria al Cristo, cuyo noble distintivo ostenta, puesto que Él se hizo pobre por nosotros en este mundo» (1 Cel 76; 2 Cel 85). «Cuanto hallaba de deficiencia o de penuria en cualquiera que fuese, lo refería al Cristo con rapidez y espontaneidad. De este modo leía en todos ,los pobres al Hijo de la Señora pobre, llevando desnudo en su corazón al que ella llevó desnudo en sus brazos. Y habiendo echado de sí toda envidia, únicamente le fue imposible desprenderse de la envidia de la 1pobreza. Cuando encontraba uno más pobre que él, se llenaba de envidia y, empeñado en la porfía por la pobreza, temía ser vencido por eil otro ... ». A sus hermanos les recomendaba: «Cuando ves un pobre, tienes de.lante un espejo donde ver al Señor y a su !Madre pobre. Y asimismo en los enfermos debes considerar las enfermedades que Él tomó por nosotros (Mt 8, 17; Is 53, 4)» (2 Cel 83-85; LM 8, 5). • Cf. 1 R 1, donde los textos evangélicos se refieren al desprendimiento total, y 2 R 6.
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