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LA «ALTÍSIMA POBREZA» FRANCISCANA 99 más que un conocimiento, adquirida casi exclusivamente a través de los textos litúrgicos, asimilados con un total rendimiento a la acción de la Palabra. Hoy nos sorprende la certera intuición con que llegó a captar aspectos de la teología bíblica que la exegesis de entonces estaba muy lejos de enseñarle, porque se movía en otra perspectiva, y precisamente en rela– ción con el misterio de la pobreza como manifestación deil Reino. Se sabía él mismo poseedor de este tesoro recibido de la divina liberalidad y, ver– dadero pobre de espíritu, no lo retenía para sí, sino que sentía urgencia de compartirlo con los demás: «Ya que soy siervo de todos, estoy obligado a servir a todos y a distribuir las perfumadas palabras de mi Señor» (2CtaF 2). Una observación sobre el literalismo evangélico de san Francisco. Se ha tratado de explicarlo por el conocimiento fraccionario que tenía del texto sagrado, con la consiguiente falta de una visión de conjunto, y por su tendencia a la concretez. <Debe tenerse, además, en cuenta el sentido del símbolo, tan incrustado en la cultura europea de ,los siglos XII y XIII. La Edad Media, menos sensible que la antigüedad cristiana al concepto del misterio, gusta de encerrar, lo mismo el contenido de la fe que los ideales de la vida, en formas concretas y definidas; el símbolo tiene el papel de recordar y aun personalizar un amplio mundo de sentimientos y de aspira– ciones. Las «palabras escritas del Señor», tomadas a la letra, no constituyen para Francisco la formulación cerrada del ideal, sino más bien su expresión simbólica. Si, .,por ejemplo, manda a sus hijos en ila Regla que, al entrar en una casa, saluden diciendo: :«Paz a esta casa» (Le 10, 5), es porque quiere que vayan por el mundo como mensajeros de paz. Es ,una consideración que no debe perderse de vista en la interpretación de la pobreza evangélica tal como la _ve san Francisco. Biblia y liturgia formaban para el Poverello como un único mensaje vivo y actual. Según testimonio de Celano, «cantaba con mayor fervor y visible júbilo los salmos en que se celebra la pobreza, como aquél: Patientia pauperum non peribit in finem (Sal 9, 19) y el otro: Videant pauperes et laetentur (Sal 68, 33)» (2 Cel 70). Este versículo, como muchos otros del mismo salmo, típico de los pobres de Yahvé, se halla en el «Oficio de la Pasión» compuesto por el santo (cf. OfP 2, 3 y 6-8; 5, 7-12; 6, 9-10; 12, 7-8; 14, 5-9). 1. «EL SEÑOR SE HIZO POBRE POR NOSOTROS EN ESTE MUNDO»: EL CRISTO POBRE REVELADO A FRANCISCO Suele presentarse como el hecho inicial. de la vocación de Francisco a la .Pobreza la lectura del Evangelio de la fiesta de san Matías el 24 de febrero de 1209. En realidad, antes de esta llamada al testimonio público

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