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46 L. IRIARTE III. EL RITORNELLO DE SAN FRANCISCO Lo que pudo ser intuición de inteligencias privilegiadas, en otros tiem– pos, fue en Francisco de Asís experiencia de contemplación mística. Lo habría expresado él mismo en el razonamiento que pone en sus labios san Buenaventura con ocasión de la consulta hecha a Silvestre y a Clara sobre si debía darse al retiro o a la predicación: «En la oración se puri– fican los afectos interiores y se experimenta la unión con el único, verda– dero y sumo Bien» (LM 12, 1). Es la culminación de un proceso de descubrimientos fascinadores que el Poverello fue realizando progresivamente desde el día que optó por seguir a Cristo en desasimiento total, la comprobación de -que los que llama bienes el común de los hombres no merecen el nombre de tales: el verda– dero Bien es Dios. Por eso, cuando expresa sus sentimientos ante el Altí– simo le brota del corazón, como un ritornello ineludible, la proclamación de esa verdad en forma vibrante. Veamos algunos ejemplos. «Devolvamos todos los bienes al Señor Dios altísimo y sumo, y reconozcamos que todos los bienes son de ÉL .. De Él es todo el bien, Él es el único bueno (omne bonum, solus est bonus)» (1 R 17, 17-18). «Ninguna otra cosa deseemos, ninguna otra cosa ambicionemos ... sino el solo verdadero Dios, que es pleno bien, todo bien, bien total, verdadero y sumo bien, Él, que es el solo bueno ( qui est plenwn bonum, omne bonum, totum bonum, verum et summum bonum, qui solus · est bonus),, (1 R 23, 9). «A este Dios, que tantos bienes nos ha comunicado y nos ha de comunicar en el futuro, toda creatura tribútele gloria... ; porque Él es el solo bueno ( qui est solus bonus)» (2CtaF 61-62). «Que estás en los cielos... Tú, Señor, eres el sumo bien, eterno bien, del cual procede todo bien, sin el cual no hay ningún bien (summurn bonum, aeternum bonwn, a quo omne bonum, sine quo nullum bonum)" (ParPN 2). «Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios, todo bien, sumo bien, total bien, tú que eres el solo bueno ( omne bonum, summwn bonum, totum bonum, qui solus est bonus)» (AlHor 11). «Tú eres el bien, todo bien, sumo bien (tu es bonwn, omne bonum, swnmum bonwn)» (AlD 3). Es claro, por los textos citados, que toda esta agathonomia, como diría el Pseudo-Dionisio, no reconoce otro origen, en Francisco, que la contem– plación amorosa de la palabra de Jesús: Dios es el solo bueno (Le 18, 19). No hay por qué detenerse a precisar qué es lo que Francisco quiere

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