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L. IRIARTE utilidad común; y de la gracia de difundir al exterior del monasterio el testimonio de una vida escondida: «No por nuestros ,méritos, sino .por ia misericordia y gracia del dador de todo bien, que es el Padre de las mise– ricordias, difundirán las hermanas el buen olor de su .fama... » (TestCl 58). Exhorta a las .hermanas a devolver a Dios el talento recibido (TestCl 18); se alegra de los bienes ajenos: «Doy gracias al dador de toda gracia, de quien sabemos que procede toda dádiva preciosa y todo don perfecto (Sant 1, 17), porque te ha adornado con tantas muestras de virtud... Todas gozamos .con los bienes que el Señor obra en ti .con su gracia», escribe a Inés de Praga {Carta 11, 3. 25). También Clara celebra al Altísimo, que es riqueza y bondad plena a satisfacción (Carta III, '1,7; IV, 12). Otro discípulo, buen asimilador de las ideas y sentimientos de san Fran– cisco, es Gil de Asís, cuyas sentencias, sazonadas de luz divina y de buen sentido, eran recogidas con avidez. Uama a Dios el Bien de todos los bienes: «todos los ángeles del cielo no son capaces de consolar a quien lo ha perdido». De él nos vienen todos los bienes, y en él están todos los que deseamos tener o a nosotros nos faltan: «Cualquier bien que tú no tienes lo has de considerar en Aquel que lo tiene, admirarlo y engrandecerlo en El; y una vez que lo hayas recibido, lo debes seguir mirando y posieyéndolo más en É,l que en ti.» El Dador de todo bien distribuye de manera diferente, conforme a su beneplácito, los dones de naturaleza. Y también los dones de gracia. Lo que importa es no dejar ocioso el don de Dios: «Hemos de ser muy solí– citos en guardar la gracia recib>ida y en trabajar con ella fielmente; no nos suceda perder el fruto por causa del follaje. Dios da a algunos el fruto y no les da follaje; a otros, les da ambas cosas; a otros, ni fruto ni follaje... Bienaventurado aquel que hace ¡producir a su cuerpo por amor del Altísimo y no se preocupa de obtener recompensa alguna bajo el cielo.» Uno de, los mayores bienes recibidos de Dios es acertar a «guar– dar la gracia de Dios y hacerla fructificar en buenas obras». Explica en ese sentido el Negociad ha:sta mi vuelta de la parábola (Le 19, 13). Y repite la enseñanza de Francisco: devolver a Dios los bienes de ~l recibidos: «Para despojarse de los bienes ,que Dios 0bra en cada uno, ante todo hay que devolver los bienes del Señor únicamente al Señor, ile qui~n son.» A la pregunta: «¿qué es humildad?», responde: « ¡Devolver lo ~jenol» .En consecuencia, ni envanecerse del bien propio ni sentir envidia del bien ajeno, sino al contrario: «En l.a medida que uno se alegra más del bien que Dios obra en ei otro que del que obra en él, hace suyo ese mismo bien, a condición de ,que sepa hacerlo fructificar .y producir; ya que et bien no es del hombre, sino de .JJios.» Y .añadía: «Si no amo suficiente•

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