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58 L. IRIARTE contrariedades (1 R 16, 10-21; 2 R 10, 9-12; Adm 3, 8s; 9, 1; 6, 2; CtaM 2. 5); y hasta los malos tratos d,e los demonios (2 Cel 119; LP 92). Francisco reconoce haber recibido de Dios gracias excepcionales; pero le desagrada profundamente verse honrado y alabado por ellas. «Aún puedo tener hijos e hijas», decía; y lo razonaba: «En cualquier momento que el Señor quisiera quitarme su tesoro, que me lo ha dado de préstamo, ¿ qué otra cosa me quedaría sino el cuerpo y el alma, común también a los infieles? Más aún, estoy convencido de que, si el Señor hubiera concedido a un ladrón o a un incrédulo las gracias que me ha concedido a mí, serían más fieles que yo al Señor» (LP 104; 2 Cel 133). VII. EL DON DE LA CREACIÓN Abierto a las bellezas creadas ya antes de su conversión, fue purificando y enriqueciendo después su mirada de creyente, y ésta le hizo mirar la creación entera llena de la bondad del sumo Bien. Contemplaba, rebosante de dulzura, la sabiduría, el poder y la bondad del Creador en las creaturas. Cuando miraba el sol, la luna, las estrellas del firmamento, su alma se llenaba de gozo. «No cesaba de glorificar, alabar y bendecir, en todos los elementos y en todas las creaturas, al Creador y gobernador de todas las cosas» (1 Cel 80). Comprendemos así la exhortación lírica intercalada en la Carta a todos los fieles, sirviéndose de expresiones del Apocalipsis (5, 12): «Así, pues, a este Dios, que tanto ha soportado por nosotros, que tantos bienes nos ha comunicado y nos ha de comunicar en el futuro: toda creatura que existe en los cielos, en la tierra, en el mar y en los abismos, tribútele gloria, honor y bendición» (2CtaF 61). Idéntica invitación, en las Alabanzas para cada hora (AlHor 8). Hubiera deseado que las creaturas irracionales poseyeran la capacidad de descubrir los dones recibidos de Dios y de tributarle por ellos agrade– cimiento y alabanza. El sermón a los pájaros no es sino un desahogo de esa voluntad de sintonizar con las creaturas en un canto permanente de bendición al Creador: «Hermanas avecillas, debéis alabar de continuo a vuestro Creador, porque os ha dado plumas para vestiros, alas para volar... » (1 Cel 58).

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