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SAÑ Fl'<ANClSíi:-0, A1'tTE LA ilIS'fORIA 277 vertiente religiosa de Loyola y de Lutem (O.e., U, 269). Discutible esta frase como ex.presión sintética del contraste entre la edad media y el mundo moderno, pone e.a relieve el camino, espiritual que sigue Ftandsco frente a los duros ·poderes que se harán sentir en la wtima época de nuestra historia. No precisa Spengler, ni lo p.odía hacer., en qu,é c.onsiste el camino esph:itual que sigue Francisco y cómo viene a sei; ui;ia fuerza histórica. Pe:ro sí lo intentaF& hacer ver el otro gran pensador de la Ulosofía de la historia en nuestros días, Arµold J. Toynbee. :é.ste sigue a Spengler ea. su planificaeién unitada, ere la historia. En 1934 publica sus tres primeros volúmenes de Estudio de la Historia. Cuarenta dias antes de que estallara la segunda .guerra mundial -lo constata él mis010-, los tres siguientes. La guerra le fuerza a interrumpir su trabaja para i,atervenir activamente en la contienda,. poniendo al servicio de su patria sus. amplísimas conocimientos. Concluida ésta, aparecen en 1954 los cuatro últimos de. la gran obra.' Interesa resaltar estas fechas ¡¡>ar su vinculación a la problemática de Spengler sobre el destino de la humanidad en &U historia, nunca más acuciaute esta problemática que ante el impacto experiencia}, de las destrucciones causadas por la guerra. Lo que sucede es que si A. Toynbee acepta la visión unitaria de la historia en línea con Spengler, mejor diríamos que con san Agustín, no comparte el biologismo naturalista spengleriano, ni su determinismo· subsiguiente. Con Toy.nbee la historia adquiere un carácter netamente humano, pues en ella sola– mente el" hombre, ,con su aceión y reacción, responsable y libre, es el factor decisivo. Se halla éste ciertamente condicionado por factores geográficos, racia– les, ambientales, etc... Pero la última respuesta al enígma de la historia la da siempre el hombre.Z Durante veinticinco años, de 1930 en adelante, Toy.nbee trabaja en su obra fundamental, Estudio de la Historia. Sobre dos goznes hace girar este estudio. Son éstos el binomio impersonal «reto-~espuesta» -«Challenge-response» en el lenguaje de Toynbee- y la acción personal de la masa y la minoría. Pero a me– dida que avanza en su estuafo se advierte que la religión se hace tema central en su visión de la historia. Una invitación a dar dos conferencias Gifford en la universidad de Edimburgo, los años 1952 y 53, le incita a adentrarse detenida– mente por este tema. Fruto de sus reflexiones es su obra, El historiador y la relig,ión.3 En el momento cumbre de- las mismas ve aparecer sobre ef fondo de la historia la epifanía de las religiones superiores que se alzan. sobre el fracaso de las. ci,vilizaciones humanas. Dentro de esta1- religiones, los santos son el testi– monio máximo de su acción y de su eficacia. Entre ellos percibe a san Francisco 1 A. J. J:oYNBEE; A Study of History, vols. 1-11'1, 1934'; IV-VI, 1939; VII-X, 1954. D. C. SoMERVELL ha dado un compendio de la obra en d'os vols., autorizado con el refrendo de To-ynbee. Traducido al. español. por L. GRASSET (Bmmos Aires 195!- 1959)1 facifüa el acceso as la: obra originah 2 Entre la multi.tu ~l de comel\ta:rios de que.ha sid~ objeto la filosof:ía de. 1ii Historia de A. Toynbee juzgamos muy valioso. e iluminador el del gi;an, filósofo católico de la historia Ch. DAWSON, Dinámica de la his.toria univer~al, Madrid 1961, 290.300. 3 A. J. ToYNBEE,, El historiador y la religión, Buenos Aires 1958. En lós paffa– fos siguientes citamos las páginas de· esta obra.
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