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272 I. LARRAÑAGJ\ Francisco imagina lo peor: ,que uno de los hermanos cae gravemente enfermo mientras van por el mundo. ¿·En qué hospital, en qué enfermería internarlo? No tienen ,casa, ni hospital, ni enfennería, ni dinero para inter– narlo. ¿Qué hacer? Francisco viel}t! a decir: la fraternidad. será {hará las veces de) la enfermería: «los otros hermanos deben 'servirlo como qui¡,ie– ran ser servidos .ellos mismos» (2 R. ó, 9). Esto es: el cuidado fraterno >«es» el hospital. Por ser pobres, se necesitan. Al necesitarse, se ayudan y se aman; y al amarse, son felices; y todo, al «ir por el mundo». Y así, estos grupos se constituyen ante los ojos del mundo en señal indiscutible y profética de la potencia libertadora de Dios, que obliga a las gentes a concliúr que Jesús está vivo. Y así, tan sencillamente, aparece un nuevo y estupendo apostolado: el testimonio evangélico del amor fraterno «para que el mundo crea». Así, pues. la fraternidad ei,, tal como hoy se opina unánimemente en la familia franciscana, una novedad constitutiva oel franciscanismo; no por las insistencias doctrinales de su fundador, sino porque los primeros herma– nos nacieron como familias itinerantes. * * * La pobreza introdujo .otra novedad en el estilo de vida de los Hermanos Menores: el trabajo comenzó a ser apostolado, apostolado de presencia: Todavía cuando eran cuatro o cinco los compañeros que se habían agre– gado a Francisco, en el primer año, se sustentaban los hermanos pidiendo limosna de puerta en puerta. Muy pronto la ciudad de Asís comenzó ·a inquietarse y, más tarde, a irritarse en contra de los hermanos, por tener que alimentarlos. Las quejas llegaron a oídos del obispo Guido'. Éste acon– sejó a Francisco conseguir unos pequeños terrenos para que los hermanos trabajaran allí honradamente y así ganarse el sustento diario, y no hacerse gravosos a la ciudad. El Pobre le resistió con el Evangelio en la mano. Guido no insistió. Francisco y los hermanos reflexionaron sobre la manera de conjugar lá pobreza evangélica y el sustento de cada día. No había caminos, había que abrirlos caminando. Llegaron a la conclusión de que el trabajo tenía que ser el medio normal de sustento. Pero, ¿ dónde trabajar? Los hermanos no tenían ni tendrían terrenos propios. ¿ Y entonces? La conclusión se imponía: por sí misma: trabajo a saj,ario en heredades ajenas. He aquí otra de las novedades introducidas por Francisco, con tanta naturalidad, a nombre .de la pobreza evangélica; una ver<ladera revolución en las estructuras de la vida religiosa de· aquel entonces. Casi sin pretenderlo, casi sin darse cuenta, Francisco coni,eguía dos altas finalidades: el sustento de cada día y la pre– sencia profética de los hermanos en medio del pueblo de Dios, particular– mente entre los trabajadores. Y así se vivió en los primeros años. Encontramos a los hermanos emple– ados en la más variada diversidad de actividades según las época$.•y los

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