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292 FIDEL AIZPURÚA apoyos para caminar en esa dirección. Uno de los valores más apreciados de ese tesoro es, sin duda, la figura de Francisco de Asís. Ya desde ahora quere– mos decir en modos que luego comprobaremos que Francisco ha sido un creyente que ha hecho el viaje a la profundidad de la vida y de la fe. Él ha recuperado la dimensión perdida de su propia vida y con ello se constituye en aval y acicate para nuestro anhelo. En ese camino ha sido una instancia decisiva su percepción de la humani– dad de Cristo. Digamos, de entrada, que no entenderíamos bien a Francisco si por humanidad de Cristo entendiéramos algo opuesto o complementario de la divinidad. La experiencia de la humanidad de Cristo que vive Francisco es, lo diremos, absolutamente unitaria, englobante. La inclusividad de lo divino en lo humano hasta formar una estructura única es una característica de la vivencia espiritual de Francisco. Esta reciedumbre espiritual ha sido un vendaval que ha arrastrado a Francisco en la dirección de la profundidad. Más aún, no solamente ha logrado con ello entrar en el ámbito de la propia verdad personal sino también en el fondo de esa misma fuerza que le empujaba. Así, al recuperar la propia profundidad, se adentraba en la profundidad de la realidad de Cristo. A Francisco le resulta imposible acceder a Jesús sin acceder a sí mismo y vicever– sa. Y en este camino de hondísima relación la experiencia de la humanidad de Jesús ha sido definitiva. l. LA REDIMENSIÓN DE LO HUMANO Quizá pensemos que el encuentro con Jesús ha sido para Francisco la variable que ha reorientado su vida. Sin embargo, y aunque eso es algo básicamente correcto, es preciso decir que el encuentro con Jesús confirma, alienta y espolea opciones anteriores, tomas de postura que ya iban fraguando y que quizá se vehiculan en modos religiosos, pero que ya actuaban antes de formularse religiosamente. Esas opciones básicas, tal como pensamos los cre– yentes, las ha sembrado en la persona el mismo Dios. Pero, como diremos, actúan en cada uno por razón de su humanidad, por su simple ser histórico. «Ordinariamente, la opción fundamental es anterior al encuentro con Jesús... La disposición y el comportamiento habitual con los demás determinan la opción. A la opción positiva responde el don del Espíritu, que le da estabilidad y capacita para llevar a término el proyecto creador.» 4 Esta opción fundamen- 4 J. MATEOS, El horizonte humano. La propuesta de Jesús, Ed. El Almendro, Córdoba 19944, p. 100.

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