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300 FIDEL AIZPURÚA Por eso, más allá de formas religiosas a las que Francisco no podía escapar y a modos también religiosos en los que con frecuencia vertieron sus biógrafos su experiencia creyente, hay que decir que la vivencia honda de la fe san– franciscana es unitaria. De alguna forma, Francisco es un precursor del «ya sí pero todavía no» tomándose totalmente en serio la realidad del «ya sí». Un signo clarísimo de esta obra de redimensión por el camino de lo histórico es que en sus escritos personales no hay atisbo de menosprecio a la vida sino que la suya es una mirada reconciliada y benevolente sobre la historia en donde se vive la fe y que apunta a la plenitud de vida en Jesús. 5. FRANCISCANOS/AS DESDE UNA NUEVA DIMENSIÓN ¿ Cómo ir siendo franciscanos/ as si uno/ a se decidiera a redimensionar su vida apuntándose a esta ardua pero hermosa tarea de andar el camino de la profundidad? Las sugerencias, a la luz de esta reflexión, podrían ser no pocas: • Si se quiere realmente entrar en otra dimensión de comprensión y vivencia de lo histórico es preciso cambiar la mirada desconfiada y con frecuencia despectiva sobre los componentes históricos por una mira– da benevolente y compañera. Tantos siglos de menosprecio a la reali– dad pobre de este mundo han velado su lado hermoso y posibilitador. Más aún, dado que como dice I. Ellacuría «la realidad más plena de Dios sólo se ha hecho presente y sólo puede hacerse presente en una realidad histórica», 36 es preciso mirar la vida como realidad autónoma, aunque no desconectada de Dios. Esta fe en la autonomía de la historia habría de generar un profundo movimiento de reconciliación y de amor cortando las amarras falsas con una realidad celestial que nada tiene que ver,con nuestro camino histórico. • Además, la profundización en una experiencia espiritual de lo humano nos habría de llevar a los franciscanos/ as a ser entusiastas luchadores y propagadores de la inalienable dignidad humana. La fraternidad uni– versal tan vivamente sentida por Francisco cobra hoy el rostro de la pasión por la dignidad humana y su plural problemática. En este senti– do, las familias franciscanas han de preguntarse acerca de su lentitud para dar acogida y colaboración a los grupos de Justicia y Paz que, con cierta frecuencia, languidecen en los organigramas provinciales. 37 36 l. ELLACUR!A, Filosofia de la realidad histórica, Ed. Trotta, Madrid 1997, p. 474. 37 En este sentido es altamente recomendable el reciente libro Franciscanos por la justicia, la paz ay la ecología, Ed. Aránzazu, Oñati 1999.

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