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Una escultura de Juan Alonso Villabrille y Ron para los capuchinos de Madrid PÁTINA. Junio 2016. Nº 19, pp. 45-63. ISSN: 1133-2972 51 Medinaceli de Madrid. La pieza no presentaba un buen estado de conservación, pero a juzgar por un informe de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando era una talla de gran interés estético (Ibid: 37). La creación de un “seminario de hermanos legos” en Salamanca hizo que la efigie fuese trasladada a esa ciudad para de esa manera presidir la capilla de la citada institución, sirviendo como modelo para los nuevos miembros de la Orden. El edificio que actuaba como “seminario” fue vendido a finales de los años setenta, pasando la escultura al actual convento de los capuchinos de Salamanca, situado en el nº 13 de la calle Ramón y Cajal. Es una lástima pero el grupo escultórico ha perdido gran parte de su esplendor; únicamente ha sobrevivido la talla de san Félix de Cantalicio , figura que permite, no obstante, la adscripción al catálogo del artista asturiano. San Félix de Cantalicio : atribución a Juan Alonso Villabrille y Ron Obra realizada en madera policromada con unas medidas de 169 x 55 x 46 cm, asentada sobre una peana rocosa de 7 x 48 x 47 cm. El santo se encuentra de pie, descalzo, viste el hábito de la Orden, de color marrón y cuya áspera tela no llega hasta el suelo, de ahí que los pies queden al descubierto; el capucho es extremadamente puntiagudo, mientras que la estameña - sin esclavina - aparece decorada con cuatro grandes remiendos: el más visible se encuentra en la parte central del cuerpo, dos más en las mangas, desde el hombro hasta el codo y un cuarto en el reverso, a la altura de la cintura. Se trata del tipo de sayal que los PP. Capuchinos consideraban como auténticamente franciscano, tal y como publicó Zacarías Boverio de Salucio en 1645 a través de un buen número de grabados (Castro, 1993: 382-385, láminas CXXXIII y CXXXIV). La estameña posee tal dureza que el imaginero limita el juego de pliegues a los mínimos e imprescindibles: uno en el centro de la indumentaria, grande, a manera de eje de simetría; y otros más pequeños y dúctiles en las mangas. El escultor rompe la frontalidad, colocando los brazos a la altura del torso. Los pies tampoco están alineados, el derecho figura en avanzada, dotando al hábito de un mayor movimiento en el lado contrario. Lamentablemente, el santo ha perdido el ceñidor original y sobre todo las manos, uno de los elementos clave a la hora de representar el éxtasis. Imagen 4. Atribuido a Juan Alonso Villabrille y Ron. San Félix de Cantalicio: pormenor de las manos, cortadas posiblemente durante la Guerra Civil. Fotografía de Mario Mateos.

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