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Pablo Cano Sanz Estudio histórico artístico PÁTINA. Junio 2016. Nº 19, pp. 45-63. ISSN: 1133-2972 48 Introducción Juan Alonso Villabrille y Ron trabajó en varias ocasiones para los Franciscanos Menores Capuchinos. Las siguientes páginas intentan demostrar que el escultor asturiano es el creador de una imagen devocional dedicada a san Félix de Cantalicio , hecha para uno de sus conventos madrileños. Se realizan aportaciones documentales sobre el devenir de la obra, desde su creación hasta nuestros días. Un detallado análisis formal, así como bastantes comparaciones estilísticas confirman la autoría. La escultura de Villabrille influye en otra de Luis Salvador Carmona (atribución), pero en este caso fue ejecutada para el colegio-convento que poseía la Orden en Alcalá de Henares. . La obra en su contexto histórico-artístico El convento de los capuchinos de San Antonio de Padua se levantó en el Paseo del Prado de Madrid, de ahí su nombre como capuchinos de San Antonio del Prado. La fundación de este cenobio tiene lugar en 1609, bajo el patronato de don Francisco Gómez de Sandoval, duque de Lerma y valido del rey Felipe III. El templo estaba ornamentado con un buen número de bienes culturales, entre ellos un grupo escultórico con el que se daba culto a san Félix de Cantalicio . Conocimos inicialmente la obra por dos relatos (Doc. 1 y 2) que se hacen de la misma, con motivo de las fiestas que celebraron la santificación del lego capuchino en Madrid, gracias a esos textos sabemos que la talla estaba hecha en 1713. La inclusión del primer miembro de la Orden dentro del santoral y la realización de unos suntuosos festejos pueden ser pruebas suficientes para demostrar que la efigie era de nueva factura. La obra fue tallada probablemente en el intervalo de tiempo que va desde el 22 de mayo de 1712 (fecha de la canonización en el Vaticano) al 29 de septiembre de 1713 (día de la procesión general que conmemoraba dicha ceremonia por las principales calles de la urbe madrileña) (Anónimo, 1719: libro IV, 247). El 8 de octubre de 1713 comienzan los 21 días de fiesta con motivo de la citada santificación en la iglesia de San Antonio del Prado, adornada expresamente para este acontecimiento (Anónimo, 1719: libro IV, 270). Las dos descripciones de la pieza fueron redactadas en 1719; son, por el momento, los únicos testimonios documentales para podernos hacer una idea de cómo era realmente esta nueva y magnífica imagen de san Félix de Cantalicio . El conjunto escultórico estaba formado por cuatro tallas de bulto redondo, todas ellas de tamaño natural y primorosa factura. El santo aparecía de pie, en hipotética elevación, por mirar hacia el cielo. El rostro y las manos manifestaban el gozo espiritual del nuevo santo capuchino. La efigie presentaba tres niños a la altura de la peana, su presencia era una alusión directa a la función de san Félix como hermano limosnero, pues sostenían panecillos o bien los echaban en sus alforjas; el santo también llevaba ese mismo atributo iconográfico sobre su hombro izquierdo, el empleo de tan característico postizo le daba realismo y verosimilitud. El Padre Manuel de Atienza (también conocido como Bernardo Cabellos antes de entrar en religión) pudo tener un papel destacado en la preparación de los festejos y tal vez en la propia contratación de la obra, ya que fue Guardián del Convento de San Antonio en 1713. Se trata de un hombre con interesante trayectoria. Nace en 1640. Antes de tomar el hábito capuchino en Salamanca el 24 de abril de 1687 era cura párroco de la villa de Almazán y Calificador de la Suprema Inquisición. Tras su ingreso en la Orden Capuchina, detentó los siguientes cargos: Maestro de novicios y Vicario de Salamanca (1690 y 1700), Vicario y Maestro de nuevos en La Paciencia (1695), Guardián de Jadraque (1705), Salamanca (1711), San Antonio (1713), La Paciencia (1718) y Custodio General (1720) (De Carrocera, 1943: 15).
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