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LÁZARO IRIARTE, OFMCap EL RECURSO A LA MESA DEL SEÑOR La mendicación en la intención de san Francisco y en la historia de la Orden Tomado de Analecta OFMCap, 1998 n. 3, 670-681. 1. LA LIMOSNA COMO CONDIVISIÓN DE LOS BIENES CON LOS INDICENTES En la Biblia la limosna es frecuentemente recomendada como hospitalidad hacia el forastero, o como ayuda a quien tiene hambre, a quien está desnudo, a la viuda, al huérfano. En el libro de Tobías es presentada como una expresión de rectitud del hombre justo; en los profetas es d verdadero ayuno agradable a Yahvé, también es una disposición penitencial que purifica del pecado; en forma similar es recomendada por los libros sapienciales (cf. Tob 4, 11; 12, 9; Is 58, 7; Sir 3, 33). Jesús enseña la práctica de la limosna, pero hecha sin ostentación (Mt 6,2- 4), como condivisión de los bienes, al menos los superfluos (Le 11,41), pero también de los necesarios; es el modo más provechoso de colocarlos donde los ladrones no llegan y la polilla no la consume (Le 12,35). En la vida de pobreza, elegida para sí y para el grupo de los apóstoles, mientras se confía a la buena voluntad de aquellos que acogen el mensaje del Reino, comparte con los otros pobres la pequeña reserva cuidada en la bolsa común (Jn 12,5-8; 13,29). La condivisión de los bienes hizo parte de la catequesis apostólica, al comenzar la experiencia de la primitiva comunidad de Jerusalén, la cual es pobre, y las otras comunidades se sienten en el deber de practicar a su vez la condivisión. Los Hechos de los Apóstoles reportan diversos ejemplos del ejercicio de la caridad cristiana mediante la limosna. El valor de la limosna como obra de misericordia y como signo penitencial pasará a la doctrina de los grandes Padres de la Iglesia, y se prolongará a lo largo de los siglos, fuertemente inculcada en la conciencia cristiana. 2. LA MENDICIDAD, ¿RECURSO DEL POBRE O PLAGA SOCIAL? He aquí la otra óptica del ejercicio de la caridad en forma de limosna. Por

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