BCCCAP00000000000000000001510
98 JULIO MICÓ sación con mujeres, fuera de la confesión ode algún breve consejo que se acostumbra (2 Cel 114). Esa mirada pesimista de la sexualidad, encarnada en la mujer como tenta– ción, que aparece en las biografías tiene, no obstante, algunos resquicios por los que parece vislumbrarse el justo sentido dado por Francisco a la castidad, y las precauciones vigilantes que debían tomarse para seguir amando y sirvien– do al Señor con toda fidelidad. En el episodio de los muñecos de nieve, convertidos por Francisco en su familia, se evidencia una intención lúdica de autoconvencimiento de que el ejercicio de una vida sexual responsable, como es la matrimonial, además de tener sus propias gratificaciones, comporta también una serie de sacrificios que no es honesto eludir. En esto precisamente consiste la tentación: en preten– der distorsionar la opción matrimonial, tornando de forma irresponsable sola– mente su aspecto gozoso. Esta visión de la mujer como objeto exclusivo de placer es lo que impide entregarse con toda solicitud al servicio de Dios (Uv15, 4; 2 Cel 117). b) Relación con las monjas Esta prohibición de entrar en monasterios de monjas, además de ser una expresión de limpio respeto hacia las hijas y siervas del altísimo sumo Rey Padre celestial (FVCl 1), refleja la normativa canónica del tiempo y los problemas de la Orden respecto al compromiso adquirido de asistirlas. El Concilio fII de Letrán ya norrnaba en 1179 que, si algún clérigo se atrevía a visitar los monasterios sin motivo manifiesto y razonable, fuera retenido por su Obispo. º 62 Sin embargo esta norma que, al parecer, era general, no se encuentra en la Regla de 1221, a pesar de que Hugolino escribe en su Regla para las Damianitas en 1218-19: Mandamos firme y rigurosamente que ni la abadesa ni las sores permitan famds a persona alguna, religiosa o seglar o de cualquier dignidad, entrar en el monasterio; y a nadie absolutamente le sea lícito entrar sino a los que fueren autoriza– dos por el Sumo Pontífice o por Nos o, después de Nos, por aquel a quien el se;ior Papa creyere conveniente encargar especialmente que, como Nos ahora, tenga cuidado y solicitud especial de vosotras: 163 El motivo por el que se omitió no lo sabemos; lo cierto es que las relaciones con las Damianitas parten, al parecer, de un contraste: el estrecho contacto de Francisco con Clara y sus monjas, hasta el punto de comprometer a toda la 362 I)ecr. Grat. IX, c. 8,, III,, l. 363 Escritos de Sta. (~lara, p. 225.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz