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EL CARISMA DE FRANCISCO DE ASÍS 95 y terminaron por estructurarse en formas monásticas tuvieron que hacerlo en monasterios dobles o mixtos, como fue el caso de Fontevrault y Prémontre, creados, respectivamente, por los predicadores itinerantes Roberto de Arbrissel y Norberto de Xant. En realidad no era ninguna innovación en la Iglesia, pues ya en el siglo IV en Oriente, y en el VI en Occidente se practicaba esta modalidad claustral. La comunidad de hombres y la de mujeres habitaban en edificios separados, uniéndose en la misma iglesia, pero separados por un tabique, para el rezo común del Oficio. Los otros movimientos que no quisieron enrolase en la vida monástica tuvieron que sufrir, además de las acusaciones de herejía por parte de la Iglesia, las calumnias de llevar una vida licenciosa cohabitando promiscua– mente hombres y mujeres. Hugo de Rouen afirma, en tono despectivo, que los herejes llevan consigo mujerzuelas a las que no les une ni el vínculo conyugal ni el deber de la consanguinidad sino el contubernio de la propia lujuria. Dicen llevar ·vida común en sus casas y, según costumbre apostólica, tener mujeres consigo: «Nosotros observamos la forma de vida apostólica, por eso no rechazamos a las muferes sino que las recogemos lícitamente en nuestras casas y las sentamos a nuestra mesa». 3 ' 4 San Bernardo, en su predicación sobre la herejía, aportaba una solución muy simple: Reunir en comunidad y por separado a hombres y mujeres, de modo que pudieran vivir en castidad sin ir deambulando por los campos, causando escándalo y sospecha. 355 Lo que no entendía san Bernardo era que la razón de ser de estos grupos estaba precisamente en ir predicando de forma ambulante y sin los condicionamientos claustrales. Bernardo de Ursperg, al habla del Grupo de Bernardo Prim, dice que las mujeres iban por los caminos junto con los hombres, y muchas veces se quedaban en sus casas; y se decía de ellos que se acostaban funtos en la cama porque, según manifestaban, eso procedía de los ap6stoles. 35 " Esta suspicacia frente a los nuevos grupos no era exclusiva del pueblo, sino también de la jerarquía. En la carta circular de 1210 anunciando a los arzobis– pos y obispos el reconocimiento pontificio de los Lombardos reconciliados o Grupo de Bernardo Prim, ya se les advierte que, si han prometido continencia, deberán evitar en el futuro toda relación sospechosa con mujeres. 3 s 7 Pero en el i"' 1 Cf. M1GNE, PL 192, 1289; H. GRUNDMANN, Movimenti religiosi, p. 27; G. GoNET, «La donna presso i movimenti pauperistico-evangelid», en Movimento religioso femminile e francescanesimo nel seco/o xm. Atti del VII Convegno Internazionale, Assisi, 11-13 ottobre 1979, Assisi 1980, pp. 101-129. ·155 MIGNE, PL 183, 1102. 356 MG SS. XXIIt 376. 357 MIGNE, PL 216, 293.
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