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94 JlJLIO MICÓ El otro factor que positiviza la virtud de la castidad tal como la percibe Francisco, dentro siempre del panorama negativo en que se mueve lo sexual en la edad media, es su conexión con ese concepto más amplio de pureza, no sólo en el sentido corporal, sino de limpieza total del hombre en sus actitudes hacia Dios. 352 Recibir al Señor en el sacramento con un corazón puro y con cuerpo casto 353 es afirmar que la castidad no es una virtud aislada sino que forma parte de esa tensión por lo trascendente que relativiza lo terreno y nos dispone a buscar lo celestial y no dejar nunca de adorar y contemplar al sefíor Dios vivo y verdadero con corazón y ánimo limpio (Ad 16, 2). La castidad, pues, se enmarca dentro de la vigilancia que deben mantener todos los hermanos para que, removido todo impedimento y pospuesta toda preocupación y solicitud, como mejor puedan, sirvan, amen, honren y adoren al Serior Dios, y hiixanlo con limpio corazón y mente pura, que es lo que Él busca por encima de todo (1 R 22, 26). · El capítulo, no cabe duda, está dirígido a favorecer la castidad prometida al Señor. Pero así como en otros aparecen motivaciones evangélicas, en éste sólo se aducen normas jurídicas del derecho canónico entonces vigente para alentar a los hermanos sobre las precauciones que debían tener respecto a las mujeres. a) Relación con la mujeres La figura de la mujer como encarnación de una sexualidad negativa y tentadora para el hombre es ya tradicional desde los orígenes del monacato; de ahí su alejamiento de ella y su desconfianza para aceptarla en un proyecto común de vida. Los movimientos pauperísticos medievales, aun manteniendo muchos de ellos un dualismo de procedencia cátara, rompieron esta tradición y crearon un nuevo concepto de participación de la mujer en la vida religiosa. Estos movimientos se caracterizaban por admitir entre sus seguidores a las mujeres. Aquellos que se dejaron influenciar por la intransigencia de la Iglesia Cristo, Francisco de Asís, Barcelona 1957, está la de F. CARDINI, «L' Avventura di un cavaliere di Cristo. Appunti per lo studio della cavalleria nella spiritualita di S. Francesco», en Stud. Fran. 73 (1976) 127-198. '" 2 Cf. L. lRIARTE, «Textos del Nuevo Testamento preferidos por S. Francisco», en Sel Fran 25-26 (1980) 138 s. fü 2CtaF 14; cf. G.G. MEERSSEMAN, «I penitentí nei secoli x1 e x11,,, en I laici nella «societas christiana,, dei secoli x1 e XII, Milano 1968, p. 328 s., donde se cita un texto de CAFSARIUS ARELATEN, Sermo 16: CS.C.L. 103, p. 77 s.: Un buen cristiano es aquel que, al acercarse las santas solemnidades, para poder comulgar con más seguridad, guarda rnstidad con su mujer Parios días antes con el fin de acceder, con una conciencia libre y segura, al altar del Ser1or con casto cuerpo y limpio corazón.
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