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110 JULIO MICÓ cuando volvió Francisco y forzó la solución. A raíz de esto, aparecen una serie de hechos que no aclaran del todo la pretendida iniciativa de Francisco al pedir a Hugolino como protector, ni la desinteresada condescendencia de éste al admitir el cargo. Si, según las fuentes, la institución del protector se hizo inmediatamente después de volver Francisco de Oriente 407 porque lo creía fundamental para la estabilidad de la Orden, 408 ¿como es que no aparece en la Regla de 1221? Si se le urgió la composición de una Regla para que la Fraternidad tuviera una estruc– tura jurídica y pudiera ser aprobada por la Curia, ¿por qué no se aceptó la de 1221 y se prefirió redactar otra más negociada en la que tuviera parte el mismo Hugolino, como representante de la Curia y los Ministros? ¿Qué otros motivos hubo, además de su quebrantada salud, para la dimisión práctica de Francisco del cargo de general al frente de la Fraternidad? 409 Todos estos interrogantes ponen en entredicho la petición ingenua de Francisco para que se concediera un cardenal que hiciera las veces del Papa en la Fraternidad para que, siempre sumisos y sujetos a los pies de la misma santa Iglesia, firmes en la fe católica, guardemos la pobreza y la humildad y el santo Evangelio de nuestro Sefíor Jesucristo que firmemente prometimos. Hugolino, además de ser amigo de Francisco y su Fraternidad, era un cardenal de la Curia consciente de su responsabilidad en la marcha del engra– naje político de la Iglesia romana; por eso no es de extrañar que tratara de adaptar el carisma de Francisco al plan global que la Curia estaba llevando en relación con los movimientos pauperísticos y religiosos de entonces. En este sentido 1-Iugolino, como cardenal protector, tenía que asegurar el control de la Fraternidad para hacer posible su permanencia dentro de la Iglesia, cosa que Francisco debió comprender y admitir, aunque ello supusiera una remodelación de su carisma que no coincidía con el proyecto original. Las atribuciones que le da la Regla al cardenal son las de gobernar, proteger y corregir la fraternidad; prácticamente los mismos que aparecen en el testamen– to, donde el cardenal de Ostia es el señor, protector y corrector de toda la Fraterni– dad (Test 33). El papel que tuvo en la evolución de la Fraternidad es importan– te, no sólo en calidad de protector, sino posteriormente como cabeza de la Iglesia de Roma. 4 rn Sin embargo para Francisco, la figura del cardenal protec- ,rn 7 Cf. J.M. PowELL, "El papado y los primeros franciscanos», en Sel Fran 23 (1979) 273. 408 Cf. K. EssER, La Orden franciscana, p. 256. 4 º" Cf. C. ScHMITT, J Vicarí dell'Ordine, p. 247 ss. 410 Basta ver las distintas bulas e intervenciones en favor de la Orden. Los biógra-
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