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106 JULIO MICÓ los ve idóneos para ser enviados; pues tendrá que dar cuenta al Sefíor si en esto o en otras cosas procede sin discernimiento. Y los hermanos que van, pueden comportarse entre ellos espiritualmente de dos macias. Uno, que no promuevan disputas y controversias, sino que se sometan a toda criatura por Dios y confiesen que son cristianos. Otro, que, cuando les parezca que agrada al Señor, anuncien la Palabra de Dios para que crean en Dios Omnipotente, Padre, e Hijo, y Espíritu Santo, creador de todas las cosas, y en el Hijo, redentor y salvador, y para que se bauticen y hagan cristianos, porque, a menos que uno renazca del agua y el Espíritu Santo, no puede entrar en el reino de Dios (1 R 16, 1-7). Esa presencia provocativa entre los sarracenos, con el fin de encontrar el martirio, es silenciada en favor de esa otra servicial y menor, propia de los hermanos. 391 La advertencia evangélica sobre la prudencia y la simplicidad con que encabeza el capítulo da a entender que la conducta de los hermanos en tierras de misión no puede ser alocada e imprudente, aunque sea con la noble finalidad de encontrar el martirio, sino que tienen que vivir su fe cristiana teniendo en cuenta la realidad y permaneciendo abiertos y sensibles a los signos de los tiempos. Solamente entonces será necesario anunciar de palabra el Evangelio, ofreciendo la posibilidad de que los demás lo puedan aceptar libremente. El fragmento de la Regla bulada que estamos analizando elimina esta forma de presencia testimonial, limitándose a dar unas normas a los hermanos que van entre infieles sobre el procedimiento a seguir. La decisión de ir entre los sarracenos, por cuanto supone un riesgo de martirio, es una llamada especial de Dios que no se puede imponer ni manipular. Por eso, la función del Ministro es simplemente la de discernir sobre su autenticidad, actuando en consecuencia (1 R 16, 4). El apoyo organizativo que había recibido, por parte de la Curia, esta aventura misionera, hacía cada vez más improbable el hecho del martirio; por eso se tiende, poco a poco, a espiritualizarlo, convirtiéndolo en un acercamiento testimonial y doloroso hacia Cristo crucificado. 392 341 E. P. Esser apunta muy acertadan1cnte si el uso de la preposición «entre}) en vez de «a» en la frase ir entre los sarracenos y otros i¡¡fie/cs de las dos Reglas es casual o encierra una intencionalidad de encarnación en el propio medio cultural; K. Esser, «La preocupación misionera de S. Francisco», en Sel Fran 22 (1979) 97. 392 1 Cel 107; LM 9, 9; cf. l1. voN RIEDEN, Das Leiden C~lzristi, p. 376 ss.
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