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380 JULIO MICÓ necesitaba un control de estos Movimientos que solamente podía garantizarse con una organización personal que centralizase el poder en una sola cabeza. Este es el caso del grupo franciscano. Apenas se han unido a Francisco algunos compañeros con el fin de com– partir su vida, y deciden ir a Roma para que les aprueben el Propositum, tienen que prometer todos obediencia y reverencia a Francisco, según el precepto del señor Papa. 303 Esta noticia es bastante verosímil, ya que la Regla de 1221 dice en su Prólogo: El hermano Francisco y todo aquel que sea cabeza de esta Religión, prometa obediencia y reverencia al señor Papa Inocencia y a sus sucesores. Y todos los otros hermanos estén obligados a obedecer al hermano Francisco y a sus sucesores. 304 Esta total dependencia de los hermanos a la persona de Francisco no es solamente jurídica, sino que responde a una atracción carismática que hace impensable, al menos en los primeros años, otro tipo de organización. 305 En 1217, y ante el extraordinario crecimiento de la Fraternidad, se llegará a dividida en Provincias}ll6 y éstas, posteriormente, en Custodias, disminuyen– do un poco la centralización que hasta entonces había caracterizado el gobier– no de la Orden. Y digo un poco porque, si bien es verdad que a los Ministros se les reconocían algunos derechos que anteriormente eran propios del Ministro general, éste mantenía la exclusiva de nombrarlos o destituirlos. 307 La crisis de 1220 motivó la reestructuración de la Fraternidad y con ella la concesión de poderes, cada vez más amplia, a los Ministros. El mismo Francis– co se vio, poco a poco, reverentemente marginado del gobierno, nombrando un Vicario que, en la práctica, llevaba el peso de la Orden. 308 La enfermedad del santo y la impotencia para seguir rigiendo una Fraternidad cuya organiza– ción desbordaba sus posibilidades de control, fueron los motivos de su relevo en el gobierno. 309 Francisco siguió como cabeza carismática de la Fraternidad, reconociéndolo como tal no solamente los hermanos sino también la Curia y los Cronistas extraños a la Orden, 310 quedando la función práctica de la direc– ción a cargo de los Vicarios, quienes la desempeñaron, como antes lo había hecho Francisco, de modo absolutista. 303 TC 52. Cf. L. DE AsruRZ, El rito de la profesión, p. 188. 304 1 R Prol. 3s.; K. EssER, La Orden Franciscana, pp. 99 s. 305 Cf. K. EssER, La Orden Franciscana, pp. 91 ss. 306 Cf. O. ScHMUCKI, De initiatione, p. 184; L. IRIARTE, Historia Franciscana, Valencia 1979, pp. 58 s. 307 lC 48. 77; J. DE GIANO, Crónica, 9, p. 240; T. DE EccLESTON, Establecimiento, I, pp. 74 s. 308 Cf. C. ScHMITT, I Vicari dell'Ordine francescano. Da Pietro Cattani a fratre Elia, en Francesco d'Assisi e Francescanesimo dal 127"6 al 1226., pp. 253-263. · 309 Ibid., pp. 247 SS. 310 Cf. C. Sc:HMfIT, I Vicari, pp. 261 s.

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