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398 JULIO MICÓ 3. AMONESTO Y EXHORTO EN EL SEÑOR JESUCRISTO A QUE SE GUARDEN LOS HERMANOS DE TODA SOBERBIA, VANAGLORIA, ENVIDIA, AVARICIA, PREOCUPA– CIÓN Y SOLICITUD DE ESTE MUNDO, DIFAMACIÓN Y MURMURACIÓN, Y NO SE PREOCUPEN DE HACER ESTUDIOS LOS QUE NO LOS HAYAN HECHO. APLÍQUENSE, EN CAMBIO, A LO QUE POR ENCIMA DE TODO DEBEN ANHELAR: TENER EL ESPÍRITU DEL SEÑOR Y SU SANTA OPERACIÓN, ORAR CONTINUAMENTE AL SEÑOR CON UN CORAZÓN PURO, Y TENER HUMILDAD Y PACIENCIA EN LA PERSECUCIÓN Y EN LA ENFERMEDAD, AMAR A LOS QUE NOS PERSIGUEN Y REPRENDEN Y ACUSAN, PORQUE DICE EL SEÑOR: AMAD A VUESTROS ENEMIGOS Y ORAD POR LOS QUE OS PERSIGUEN Y CALUMNIAN. DICHOSOS LOS QUE PADE– CEN PERSECUCIÓN POR LA JUSTICIA, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS. Y QUIEN PERSEVERE HASTA EL FIN, ÉSTE SE SALVARÁ. Las posiciones antes descritas, tanto de los Ministros como de los otros frailes, sólo pueden ser tomadas si se ha entendido bien lo que quiere decir minoridad. La desconfianza a programar en solitario la opción diaria del Evangelio, requiere haberse autocomprendido como relativo y necesitado de la mediación de los demás. Solamente después de haber descubierto a Dios como absoluto y seductor se puede prescindir de la vana tentación de buscarle en solitario; de ahí que a las exhortaciones sobre la obediencia o búsqueda de Dios en solidaridad, siga la minoridad que las motiva y hace posibles (Adm 20). Ei fragmento comienza alentando a los hermanos a que se guarden de toda soberbia, vanagloria, 347 envidia, avaricia, preocupación por las cosas del mun– do, detracción y murmuración, afán de cultura; es decir, de todas esas actitu– des que para el mundo constituyen medios imprescindibles de realización personal y que para el Santo son impedimentos que obstaculizan la apertura al Espíritu del Señor que es el único que realiza en nosotros la verdadera obra de humanización. El elenco de vicios parece estar inspirado en Inocencio III, quien advierte al Maestro de la Orden militar de Santiago que sus súbditos deben abstenerse, entre otras cosas, del pecado de detracción y murmuración." 48 Pero donde se evidencia mayor afinidad es en la Regla de la Orden del Espíritu Santo en que 347 La distinción entre soberbia y vanagloria está ya en las Instituciones de Casiano, como dos grados de un mismo vicio, al tratar de los pecados o vicios capitales. Pero Francisco añade el de envidia, pues este vicio, para él, no es sólo desear indebidamente los bienes del prójimo, sino verdadera blasfemia; cf. J. GARRIDO, La forma de vida franciscana, p. 300. 348 MIGNE, PL 216, 209.

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