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EL CARISMA DE FRANCISCO DE ASÍS 397 por motivo de otro consuelo y quieres venír amí, ven, León (CtaL 2-4). La Crónica de Giano hace también referencia a la decisión que tomaron los frailes, enviados por el Capítulo a Hungría y Alemania, de volver otra vez a Italia ante las dificultades que se les presentaron (Cr. 5). Lo absoluto del Proyecto evangélico está por encima de toda obediencia; más aún, es precisamente lo que la motiva y la justifica, empujando a la creación de formas y oficios, como puede ser el de Ministro, que garanticen su plena realización. Ante la llegada de los hermanos que vienen en busca de ayuda para sus dificultades, los Ministros los recibirán con amor y bondad. La Regla de 1221 ya prevé esta situación, advirtiendo que el Ministro procure proveer tal como querría se hiciese con él si se encontrara en caso semejante (1 R 6,2). Celano ha conservado, tal vez para llenar el vacío que sobre la función de los Ministros existe en los Escritos del Santo, el retrato del llamado a ser cabeza de todos los hermanos. Entre las varias virtudes que se le exigen está la de ser un hombre que consuele a los afligidos, como último asilo que es de los atribulados, no sea que, por no hallar en él remedios saludables, el mal de la desesperación domine a los enfermos (2Cel 185). Tales virtudes podrían ser entendidas como una proyec– ción celanense sobre los orígenes; pero da la casualidad de que la misma santa Clara la toma en su Regla para describir la figura de la abadesa, 344 lo cual confirma su cualidad sanfranciscana. Si la Regla bulada ofrece inmunidad a los Ministros frente a las acusacio– nes de los súbditos, sin embargo les exige una familiaridad tal que los herma– nos puedan hablarles y tratarles como los amos a sus criados; actitud que se comprenderá mejor si se piensa en el tipo de relaciones que existían entre los señores feudales y sus siervos en el tiempo en que se escribía esto. La Regla de 1221 ya prohibía designar el oficio de Ministro con el título de prior para que no se creyera superior a los demás, urgiendo que todos se llamasen hermanos menores; y como símbolo de esta igualdad servicial pide que unos a otros se laven los pies. 345 En la Regla bulada profundiza más en el sentido de servicio que tiene el cargo de Ministro, colocándolo no al mismo nivel que los otros hermanos, sino por debajo y a su servicio, como estaban los siervos respecto a sus amos. Y eso por una lógica interna, pues así debe ser, que los Ministros sean siervos de todos los hermanos. 346 344 Escritos de Sta. Clara, p. 259. 345 1 R 6,3s.; Ad. 4; A.-M. HENRY, «Les Franciscains e le lavement des pieds», en Vie Spir. 97 (1957), 78s.; L. IRIARTE, Vocación Franciscana, p. 221; C. SPICQ, «Le levement des pieds sacrament de l'autorité chrétienne», en Vie Spir. 72 (1945), 121-130; L. lRIARTE, Figuras bfblicas, p. 132 s. 346 Cf. W. LAMPEN, «De superioribus iuxta Regulam S. Benedicti et iuxta S.P.N. Franciscum», en Arch. Fran. Hist. 24 (1931), 557-560.

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