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UNA SOLA FAMILIA: LA FRATERNIDAD FRANCISCANA lu'\f'IE EL FEN()MENO... 295 personas no solo al margen del progreso, sino a vivir en condiciones de vida muy por debajo del mínimo requerido por la dignidad humana. ¿Cómo es posible que, en nuestro tiempo, haya todavía quien se muere de hambre; quien está condenado al analfabetismo; quien carece de la asistencia médica más elemental; quien no tiene techo donde cobijarse?» Y nosotros nos pregunta– mos: ¿Cómo es posible que no nos hayamos percatado todavía que somos nosotros/ as, los occidentales, quienes, por querer mantener nuestro tren de vida, llevamos siglos haciendo una obra de expolio y empobrecimiento siste– mático de medio planeta? 21 2. UNA CIVILIZACIÚN DE LA POBREZA ¿Hay salida para una situación así? Puede haberla pero no a cualquier precio. Pensadores de hoy, como I. Ellacuría, nos hablan de revertir el dinamis– mo de la actual globalización hasta constituir lo que él llama una «civilización de la pobreza». Afirma programáticamente: ,,Una civilización ... donde la pobreza ya no sería la privación de io necesario y fundamental debido a la acción histórica de grupos o clases sociales y naciones o conjunto de naciones, sino un estado universal de cosas en que está garantizada la satisfacción de las necesidades fundamentales, la libertad de las opciones personales y un ámbito de creatividad personal y comunitaria que permita la aparición de nuevas formas de vida y cultura, nuevas relaciones con la naturaleza, con los demás hombres, consigo mismo y con Dios.» 22 Permítasenos explicitar esta frase para establecer lo que entendemos por bases de una civilización de la pobreza: * Requisito previo: la lucha contra la pobreza: lía de ser una lucha denodada, secular, porque no se trata de hacer pobres sino de hacer dignas a todas las personas. La dialéctica riqueza-pobreza quiebra la dignidad que se logra a base de luchar contra la pobreza. Es preciso hacerlo en todos los frentes, desde 21 Este tipo de planteamientos provoca en no pocas personas la sensación de un cierto «sofoco», como si el análisis nos dejara en una situación sin salida. No es una reacción despreciable. Porque quizá no surja ningún camino práctico mientras no se perciba en toda su dimensión nuestra participación en la división Norte-Sur, desastre de magnitudes excepcionales y fuente de las mayores desgracias que sufre nuestra humanidad de hoy. n I. ELLACURíA, «El reino de Dios y el paro en el tercer mundo», en Concilium 180 (1982), p. 595.

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