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294 F!DEL AIZPURÚA, OFMCAP puede servir honradamente al mercado y a los derechos humanos. Lo contra– rio de esto es hipocresía. A ello aluden las naciones del sur cuando las del norte se convierten en ardientes predicadores de los derechos humanos.» 17 A quien percibe esto le va siendo muy querida la práctica del comercio justo que cada vez va tomando más cuerpo. El comercio justo se inserta en la enorme y desigual lucha por el logro de un casi imposible equilibrio entre el Norte y el Sur del planeta. De ahí le viene su limitación, porque la lucha es como la de David contra Goliat, y su grandeza, de la pretensión de su utopía. 18 * La noción de «dignidad humana»: Es la base de la moderna antropología humanista. Sin embargo, al igual que en los conceptos anteriores, una noción restringida de la dignidad circunscribiéndola a los países poderosos se con– vierte en la negación misma de la dignidad. 19 El horror que suscita su violación en occidente habría de ser igual o más, porque se trata de violencia ejercida contra los pobres, en los países empobrecidos. 20 Mientras la dignidad no sea común y total no podrá llamarse dignidad humana; mientras la dignidad sea patrimonio de los poderosos nada tendrá que ver con la verdaderamente humana que está hecha de acogida y benevolencia para con toda persona, para con todo ser viviente incluso, más allá de su pertenencia a un lado u otro del planeta. La conclusión de todo esto es evidente: la privatización de los valores humanos que pretende la globalización actual la desautoriza y la envenena sin posibilidad de curación. Solamente su universalización podría hacer florecer los aspectos positivos que encierra en sí mismo el concepto de globalización. Dice Juan Pablo II: «Nuestro mundo empieza el nuevo milenio cargado de las contradicciones de un crecimiento económico, cultural, tecnológico, que ofrece a pocos afortunados grandes posibilidades, dejando a millones y millones de 17 F. WnFRED, art. cit., p. 126. 18 El fenómeno de la llamada deuda externa es el lado más vergonzante, el producto deshumanizador más agudo que ha generado este llamado comercio libre. 19 Dice irónicamente E. SABATO, Antes del fin, Barcelona 1999, p. 109, que «al parecer, la dignidad de la vida humana no estaba prevista en el plan de globalización». 20 Es horrible, ciertamente, que los atentados del 11 de septiembre en New York se hayan llevado por delante a más de tres mil seres humanos. Las consecuencias han sido grandes. Pero, ¿quién recuerda a los 16.000 muertos por intoxicación en Bophal (India) por una firma norteamericana (Unión Carbide) y cuyos dirigentes, después de 20 años, siguen impw1es habiendo pagado indemnizaciones absolutamente ridículas (40.000 ptas. por muerte)? ¿Qué consecuencias ha tenido esa formidable tragedia para el devenir humano? ¿Quién escucha la voz de los afectados que sobrevivieron? ¿Quién contempla su dignidad?

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