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UNA SOLA FAMILIA: LA FRATER.NIDAD FRANCISCANA ANTE EL FENÓMENO... 303 llevaría a interesarse por el mundo de las relaciones laborales, a ser justos/as con aquellas personas que trabajan con nosotros/ as, a apoyar crecientemente a quienes sufren las consecuencias de un sistema económico injusto y, sobre todo, a quienes se ve echados fuera del sistema con las duras consecuencias que de ello se derivan. La tarea lleva a optar por modos de vida social y políticamente justos que no pueden ser los de los gobiernos imperantes de corte totalmente neoliberal. - Percibir que estamos en una sociedad de los dos tercios: En la que un tercio queda excluido, mientras que dos tercios, los que tienen trabajo y arraigo social, disfrutan de grandes comodidades. Percibir que ese esque– ma está totalmente invertido en las sociedades del Tercer Mundo, con lo que esa «macroblasfemia» es aún más inaceptable. La tarea apuntará a ir incluyendo nuestra vida y actividad cada vez más en ese tercio que no cuenta. 5. CONCUJSJÓN El franciscano/ a, como ciudadano que es, ha de sentirse concernido/ a por este decisivo tema de la globalización Pero su aportación ha de ser en la línea de globalizar no por el cauce exclusivo del dinero sino por otro más amplio, el ele lo humano. Nosotros habríamos de impulsar una especie de «tercera vía»: no aquella que busca la riqueza para salir de la pobreza sino la que entiende que la salida está en el ineludible derecho de toda persona a una vida digna. En la universalidad y en la dignidad está la medida justa del amor que el Evange– lio propugna y que el carisma franciscano suscribe. No habría de asustarnos ni hacer que nos echáramos atrás la poca fuerza o el cada vez más escaso número de personas en nuestros grupos franciscanos. Lo nuestro siempre ha sido el lenguaje del signo, que no es otro que el lenguaje de la profecía. Ese lenguaje dice con claridad que el futuro puede ser distinto y que la realidad es transformable. Por eso es tan necesario ese lenguaje para el futuro de los pobres; el poderoso, el tirano, lo teme. Además, vamos viendo que ha pasado la hora en que cada grupo francis– cano hacía su trabajo solidario en solitario. Ahora es preciso coordinarse, ampliar la acción de quienes piensan y sienten lo mismo. El tema de la globalización es un interrogante a cada comunidad y a cada persona. Pero también lo es al conjunto de los franciscanos/ as, a esa sola y única familia de quienes miramos a Francisco y Clara para intentar vivir en su misma perspec– tiva. Esto habría de llevarnos a trabajar en modos coordinados y a apoyar a aquellas entidades unificadas que trabajan ya por una globalización en el
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