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UNA SOLA FAMILIA: LA FRATERNIDAD FRANCISCANA ANTE EL FENÚMENO... 297 tienen encima una gran hipoteca. Por el contrario, la pobreza superada en modos humanizadores podría dar pie a formas de cultura estables porque modifican realmente la estructura humana. Los modos de la riqueza extrema adulteran la cultura; la demanda de los pobres recuerda las posibilidades de una cultura humanista. * Nuevas relaciones: No ha de extrañar que la cultura de la riqueza llegue a deteriorar las relaciones en todas sus dimensiones. Ha sido así desde la anti– güedad.26 Mientras que la cultura de la pobreza pone las relaciones en primer plano, no sólo porque ha entendido lo que significan las carencias más básicas, sino porque esa vivencia ha desatado la ternura y el amparo a los débiles. Cuando la ambición queda controlada por una perspectiva distinta de la vida y de la historia fluye la relación. Cuando la insaciable sed de bienes resulta ser el centro de la vida, la buena relación personal y social tiene contados sus días. ¿Es posible creer en un planteamiento así? Quizá nuestra honda hermandad con el marco económico en el que vivimos, más fuerte sin duda que los cultivos evangélicos, nos lleven a esbozar una sonrisa. Pero es preciso seguir en la espera de manera lúcida y activa. Dice E. Sábato: «No podemos olvidar que en estos viejos tiempos, ya gastados en sus valores, hay quienes nada creen, pero tam– bién hay multitud de seres humanos que trabajan y siguen en la espera, como centinelas.,>27 Uno de esos «centinelas» es, en este tema, J. Sobrino. En muchas de sus páginas quiere hacer ver a las culturas de la riqueza cómo la cultura de la pobreza encierra valores y, sin duda, mucho más trascendentales para el devenir humano: «En un mundo configurado pecaminosamente por el dinamismo capital-riqueza es menester suscitar un dinamismo diferente que lo supere salvificamente. Este dinamismo proviene del mundo de la pobreza. Yesa pobreza es la que realmente "civiliza", da espacio al espíritu, que ya no se verá ahogado por el ansia de tener más que el otro, por el ansia concupiscente de tener toda suerte de superfluidades, cuando a la mayor parte de la humanidad le falta lo necesario. Podrá entonces florecer el espíritu, la inmensa riqueza espiritual y humana de los pobres y los pueblos del Tercer Mundo, hoy ahogada por la miseria y por la imposición de los modelos culturales más desarrollados en algunos aspectos, por no por eso más plenamente humanos.» 2 K u, Leamos, por ejemplo, el substrato económico que subyace al libro del Génesis donde se viene a decir que la fraternidad es casi invivible a causa de los intereses económicos y de poder. El mismo Evangelio tiene un contenido primordialmente social y, derivadamente, económico antes que religioso. 27 E. SÁBATO, La resistencia, Barcelona 2000, p. 120. 25 J. SoBRTNO, «Redención de las víctimas y globalización», en Concilium 293 (no– viembre 2001 ), p. 138; ver también: C FRASSINETTI, La glo/Jalización, vista de;;de los últimos, Santander 2001.

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