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«LO AMARGO, SE ME TORNÓ EN DULZURA» 183 estos comportamientos extraños en temas económicos en la vida de uno dota– do para los negocios. El viaje a Roma en plan peregrino, viaje de riesgo y de silencio, es también un elemento influyente. 8 b) El rnomento crucial Es el llamado encuentro con el leproso en las inmediaciones de Asís durante su segunda convalecencia. El leproso seguía siendo en la Edad Media el prototipo de marginado social sin ningún tipo de asistencia y viviendo fuera de las ciudades. Este encuentro es desencadenante de una percepción distinta de las estructuras personales. No es un descubrimiento de la pobreza o del dolor en sí, sino un descubrir a la persona que sufre y percibir en forma muy aguda e inmediata que la situación del leproso y la suya propia no difieren mucho en el fondo. El hermano Francisco habla en su Testamento que el trato con los leprosos, inicialmente amargo, se le convirtió en «dulzura». 9 «La dulzura en clave evangélica está también en los leprosos, hombres que sufren en el cuerpo y en el alma una enfermedad terrible, y que, sin embargo, son siempre positivamente hombres.,>w A esta percepción personal acompaña otra social. El hermano Francisco descubre de manera insultante el reverso de la nueva sociedad que nacía con aspiraciones de igualdad y en la que él era un privilegiado. Esta nueva sociedad, su ciudad, mantiene y crea nuevas des– igualdades y muros: los que viven fuera de las murallas no son personas al verse privados de todo derecho. Por eso Asís, el mundo al que pertenece, no es el lugar humano que pretende ser y por eso siente necesidad de dejarlo. Había descubierto fuera de Asís el lugar del hombre. 11 B Resulta muy interesante escuchar relatos de peregrinos por el esquema común que manejan en su espiritualidad, siendo no pocas veces viajes de iluminación y de discernimiento: d. S. GARCÍA, Testigos del Camino, Azofra 2000. 9 Test3. 10 G.G. MERLO, art. cit., p. 6. 11 Podría preguntarse por qué Francisco no llegó a dar cuerpo «institucional» a esta experiencia fundante de los leprosos. Como una de las causas de desviación de la Orden cuando el viaje a Palestina (junto con la del asunto de Felipe Longo), Jordan de Giano dice que un tal Juan de Campello «reunió a un gran número de leprosos, hombres y mujeres, salió de la Orden y quiso fundar una nueva Orden»: Chronica, n. 13. Lo cierto es que en 1 R 8, 12 dice que se puede pedir limosna por los leprosos; y en 1 R 9, 2, dice que los hermanos han de convivir con «gente de baja condición y despreciada, con los pobres y débiles, con los enfermos y leprosos, y con los mendigos de los caminos». Fue tma experiencia básica pero estaba inscrita en otra más amplia que era la vida evangélica como tal.

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