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«LO AMARGO, SE ME TORNÓ EN DULZURA» 181 itinerario de conversión, es preciso caer en la cuenta, ya de entrada, que el hermano Francisco no usa jamás el término conversio. Por alguna razón, el azaroso proceso de su acercamiento a la vida evangélica no ha sido entendido por él como conversión en sentido religioso, siendo así que este tema pertenece al acervo común de la espiritualidad de la época, desde san Bernardo a Ricardo de San Víctor, pasando por Guillermo de Saint-Thierry. 2 Es la hermana Clara la que, por el contrario, ha entendido así no solamente su inicio de la vida evangélica sino la del mismo hermano Francisco. En su Regla habla en una ocasión de la conversión de Francisco y en otra de la suya propia;3 en el Testamento habla dos veces de la conversión de Francisco, otras dos de su conversión y una de la de sus hermanas. 4 Es una cosa curiosa que de estos siete empleos tres de ellos pongan la promesa de obediencia en relación con los inicios de la conversión. Dos veces habla de que «paulo post» de la convesión se ha comprometido en obediencia, aunque ese período en realidad fue de cuatro mios. Por alguna razón la hermana Clara quiere poner su promesa de obediencia a la sombra de la conversión de Francisco, quizá porque esa prome– sa de obediencia no es algo entendido tanto como voto religioso cuanto como compromiso de Evangelio compartido. Los biógrafos primitivos de san Fran– cisco han entendido su itinerario vocacional como una conversión en toda regla, aunque tampoco emplean en demasía el vocabulario de la conversión religiosa. Encasillar al hermano Francisco en el paradigma común del conver– tido religioso es arriesgarse a perder los contenidos más interesantes de la génesis de su vida evangélica. Por otra parte, es preciso caer en cuenta de cómo, en la mezcla que se da en el creyente entre antropología y fe, esta segunda viene en ayuda y empuje de las decisiones vitales tomadas ya en los aspectos más básicos de la persona. La fe colabora al crecimiento y desarrollo de opciones ya tomadas, no al revés. Muy bien lo expresa un texto de Juan Mateos: «Ordinariamente la opción fundamental es anterior al encuentro con Jesús.» Así lo expresa Juan: «Todo el que obra con bajeza odia la luz y no se acerca a la luz, y así se manifiesta su modo de obrar, realizado en unión con Dios» (Jn 3,20s). La disposición y comportamiento habitual con los demás determinan su opción. A la opción positiva responde el don del Espíritu, que le da estabilidad y le capacita para llevar a término el proyecto creador. 5 Eso anterior a la conversión religiosa, esa Cf. AA.VV ., Dizíonario Francescano, art. Conversione, Pádova 1983, pp. 227 y ss. RCl 1, 4; 6, l. 4 TestCl 9 y 25; 25 y 57; 8. ·' J. MArnos-F. CAMACHO, El horizonte humano. La propuesta de Jesús, Córdoba 1998 º, p. 100.

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