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308 E. RNERA DE VENTOSA Vayamos a los hechos. Sácame de entre los hombres y devuélveme a mi Dios.» Al día siguiente, el Santo le vistió el hábito. «Por haber sido devuelto a la paz del Señor, le pone el nombre de hermano Pacífico.»'° 2 Con este nombre pasa a la historia franciscana. Ésta nos hace saber que Francisco lo eligió para dirigir la primera expedición de sus hijos a Francia. Allí fray Pacífico funda conventos, llegando a ser Hermano Ministro de la Provincia que en aquella nación se organiza. Pero seguía sintiendo el álito del trovador, aunque vuelto a lo divino. Esto motivó que, hallándose enfermo y afligido Francisco, éste ruega a fray Pacífico que entone una de sus mejores canciones para aliviarle en su dolor. Fray Pacífico tuvo, con todo, mucho reparo. Temía que una mala interpretación juzgara su canto como una vuelta a sus antiguos devaneos. Pero Dios mismo intervino para compensar la negativa del trovador humano. Un ángel etéreo vino con su violín a trovar una canción del cielo para alivio del Santo que tanto sufría en la tierra. Todo lo cual nos habla de que el canto trovadoresco, purificado de escorias y vertido a lo divino, podía impregnar lo íntimo del alma franciscana. 53 Del juglar fray Jmü'.pero da una apretada y multicolor biografía A Fortini. Viene a ser un resumen de las chocantes hazañas de aquel a quien llama el crítico M. Menéndez Pelayo: «Ingeniosísimo fray Junípero, cuyas simplicidades, rebo– sando de santa alegría, forman el ingenuo entremés a lo divino de la leyenda franciscana.» Pero más que el relato de sus hazañas, mil veces reídas y puestas en caricatura, con lo t]Ue su figura de juglar roza a veces con la de bufón, interesa poner en relieve el título que le dio santa Clara moribunda: «egregius Domini jaculator». A este «egregio saetero divino» pregunta la Santa si tiene alguna nueva jaculatoria, presta a lanzarla al Señor. Al instante, desde lo hondo de su ardiente pecho, fray Junípero abre sus labios para hacer que broten de ellos sus dichos de chispa llameante, como hace saber el encendido relato de la Leyenda. Tal relato tiene por epílogo esta sencilla observación: «La Santa recibe un gran consuelo en las parábolas -¿dichos o cantos?- de fray Junípero.»;,i Indudablemente, este fray Junípero de la Leyenda de Santa Clara se halla mucho más cerca del ambiente trovadoresco a lo divino que el usual fray Jumpero, el de sus comentadas extravagancias. San Francisco quiso tener todo un bosque de hermanos, como el bueno de fray Jumpero. Ponderaba su sencillez y humildad, verdaderamente franciscanas. Pero también lo pudo decir por la entusiasta alegria que lo incitaba a cantar encendidas saetas en honor del Señor, comportándose como juglar a lo divino. No ha sido este aspecto muy subrayado. Pero debe tenerse 52 2 Cel 106. 5 ; 2 Cel 126. 'w LCl 45 en Escritos de Santa Clara y Documentos complementarios. Ed. bilingüe. Intro– ducción, traducción y notas de I. Omaechcvarría, 3.ª ed. ampliada, B.A.C., Madrid 1993.

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