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300 E. RIVERA DE VENTOSA poetiwdas por Chrétien de Troyes. Los poemas de éste popularizaron en los países de Europa las gestas del rey Artús y de sus caballeros, que tanto contribuyeron al espíritu caballeresco medieval. E hicieron, siglos después, que el hidalgo Alonso Quijano el Bueno saliera por los campos de La Mancha trocado en Don Quijote. Parcos son los hagiógrafos de san Francisco en constatar la presencia de esta caballería del ciclo bretón en el mismo. Dejando aparte posibles alusiones, dos textos nos testifican esta presencia. El primero lo hallamos en el Espejo de perfección, que nos refiere cómo san Francisco achica la petulancia de quienes piensan que por sus saberes y su predicación convierten a las almas, cuando en verdad son convertidas por las oraciones y gemidos de los pobres y sencillos hermanos. Para mejor ponderarlos, habla así: «Estos son mis hermanos, caballeros de la Tabla Redonda, que viven ocultos en los desiertos y en los lugares apartados con el fin de dedicarse con más ahínco a la oración y meditación.» 27 El segundo texto lo hallamos en la Vida de Fray Gil, narrada en la Crónica de los XXIV Generales. En ella leemos este atestado: «El bienaventurado Francisco, viendo al hermano Gil perfecto en gracia y virtud, preparado y dispuesto a toda obra buena, lo amaba íntimamente y en más de una ocasión decía de él ante los hermanos: Este es mí caballero de la Tabla Redonda.» 28 Ambos textos hacen ver que sanFrancisco percibió plasmadas en los caballeros de la Mesa Redonda dos notas de su propio espíritu caballeresco. La primera es la más patente: la igualdad de todos los caballeros que comulgan en el mismo ideal y que por sentirse iguales se sientan en Tabla Redonda. Este gesto ha quedado en memoria perenne hasta las mesas redondas de nuestros días en torno a las que se discuten incontables proyectos. Hoy esto se nos hace obvio y muy simpático. No era igual en tiempos de san Francisco en que el orden jerárquico era el vigente tanto en la vida eclesial como en el monacato. Ante este orden establecido Francisco torna otro camino y organiza su fraternidad, más en función de servicio que de mando. En la Regla de 1221 prescribe: «Y nadie sea llamado prior, más todos sin excepción llámense hermanos menores.» 29 Lo que aqtú se prescribe, Francisco lo refrenda con esta amonestación que recoge T. de Celano en estos términos: «Quería que la religión fuera lo mismo para pobres e iletrados que para ricos y sabios.» Solía decir: «EnDios no hay acepción de personas, y el ministro general de la Religión -que es el Espíritu Santo- se posa igual sobre el pobre y sobre el rico.» 30 Indudablemente Francisco veía plasmada esa igualdad de sus caballeros de Cristo a semejanza de los del rey Artús. 27 EP 72. 28 Chroníca XXIV Generalium Ordinís Mínorum. Vita fratis Aegidii. Analecta Franciscana, III,p.78. 29 1 R 6. 3() 2 Cel 193.

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