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DEVOCIÓN A SAN1A CLARA DE ASÍS EN ESPAÑA 279 Se puede decir que santa Clara sigue siendo para Palencia lo que la actual abadesa, madre Clara del Espírih1 Santo, decía a los novicios franciscanos conventuales en la misma ciudad de Palencia: «Clara es una mujer supremamente amante y amada en la perenne juventud de los puros. Es un arco iris de plegaria de amor, flor siempre viva ante el Altísimo... La mujer recluida y silenciosa se hace por primera vez intérprete y sostenedora de la más asombrosa corriente de activi– dad apostólica de todos los tiempos... Clara es para la Iglesia y para su Orden de Hermanos Menores el corazón... el amor.» 9 La imagen famosa del Cristo yacente que se venera en esta misma iglesia dio ocasión a Miguel de Unamuno para escribir con exquisita visión espiritual: «Este es aquel convento de las Claras, las hijas de la dulce compañera del Serafín de Asís, que desde Italia sembró flores de la España nuestra, blancos lirios del páramo sediento que en aroma conviértennos la queja.» 10 También el convento de León es centro silencioso de una devoción poco clamorosa, pero que se manifiesta en la asistencia a la novena que todos los años se tiene en honor de santa Clara. Tiene especial relieve la celebración del tránsito de la Santa, que los fieles siguen con especial devoción. Las religiosas, con velas encendi– das se colocan, en semicírculo visible al público, alrededor de una mesita donde se expone la reliquia de santa Clara. Se lee la narración de los últimos momentos de la Santa y al tenninar se apagan todas las velas, mientras un rayo de luz penetra por la ventana iluminando la reliquia. Y en ese momento cantan: «Salve, esposa del Señor, virgen sagrada, semilla franciscana de los menores. Tú, Clara, que eres signo de pureza, ideal de las hennanas, ayúdanos con tus ruegos a alcanzar el reino de los cielos... » También en León es invocada como Abogada del buen tiempo, apacible y soleado. Se recurre a su intercesión, sobre todo con motivo de celebraciones familiares, como bodas, primeras comuniones, para que el día de las respectivas fiestas haga buen tiempo. Como acción de gracias existe la costumbre inmemorial de ofrecer a santa Clara, al igual que en otras regiones, una docena de huevos, que en León entregan a las clarisas. El convento de clarisas de Astorga (León) da nombre al barrio de su ubicación. También allí hay la costumbre de acudir a la Santa pidiendo buen tiempo y llevando a las religiosas la consabida oferta de huevos. También encienden velas en honor de santa Clara y piden estampas con su imagen. En la fiesta se tiene un 4 Conferencia dactilografiada sobre «La espiritualidad de Sta. Clara» a los novicios franciscanos conventuales, Palencia 9 de julio de 1983, p. 3. 10 M. DE UNAMUNO, El Cristo yacente de Santa Clara, de Palencia (cit. al principio del libro de M. DE CASTRO, ofm, El Real Monasterio de Santa Clara de Palencia y Los Enríquez, Almirantes de Castilla, Palencia 1982).

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