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286 BERNARDINO DE ARMELLADA Otro capítulo es el de calles dedicadas a santa Clara. En la Guía postal sólo se catalogan las calles de las capitales de provincia y algunas otras poblaciones importantes. De las cincuenta capitales, veintiséis tienen una calle o plaza dedicada a santa Clara: Ávila, Barcelona, Bilbao, Burgos, Cáceres, Castellón, Gerona, Grana– da, Huesca, Jaén, Las Palmas de Gran Canaria, León, Madrid, Murcia, Oviedo, Palma de Mallorca, Pontevedra, Salamanca, Santa Cruz de Tenerife, Santander, Sevilla, Soria, Tarragona, Toledo, Valladolid y Zamora. Igualmente cuatro de las ciudades importantes cuyas calles se detallan en la citada Guía, han bautizado uno de sus espacios públicos con el nombre de santa Clara: Alcalá de Henares, Jerez de la Frontera, Reus y Vigo. De otros puntos geográficos habla I. Omaechevarría: Isla de Santa Clara en San Sebastián, punta de Sant.r1. Clara en Bermeo, alto de Santa Clara en Ondárroa, con sus correspondientes barrios, llamados también de Santa Clara. 20 Muchas de estas opciones por el nombre de santa Clara vienen seguramente de una tradición por encontrarse las calles o plazas lindando con monasterios de clarisas. Pero todas, al tratarse de una santa no española, van más afü'i de la simple necesidad de poner un nombre cualquiera. 8. EN EL LÍMJTE DE LA SUPERSTICIÓN Es honesto y merece alabanza el hecho de publicar en la prensa el agradeci– miento a los santos cuando se ha experimentado su intercesión. Y de cuando en cuando aparece en algún periódico un suelto como «Gracias, Santa Clara, por tu intervención». A veces se la asocia al Espíritu Santo, a san Judas Tadeo, a san Antonio... Sin embargo, hay prácticas o atribuciones a los santos que rayan o entran de Heno en el terreno de lo supersticioso. Y santa Clara entra en esos santos a los que se piensa poder comprometer con ejercicios raros y, tal vez, ridículos. Un botón de muestra, que al parecer se repite con frecuencia, es lo que pude leer en un diario madrileño: «ASANTACLARA. -Haga tres pedidos, uno de negocios y dos imposibles. Rezar durante nueve días nueve avemarías. Mismo sin tener fe. Será atendido. Rece con una vela encendida y deje quemar. Publicar al noveno día. Gracias-. M. R. M.» 21 Si a alguien deshonran tales modos de devoción, no es a los santos, sino a los que se confían a ellos tan irracionalmente. Con todo lo que esto lleva de ignorancia, es, sin embargo, señal evidente de una inequívoca devoción igual que todos los santos cristianos, no veneramos su culto. Todos ellos nos enseñan a conocer y amar a Dios, con lo que se cumple el propósito de la religión, llámese cristiana, musulmana o hindú.» Un ejemplo de elegancia espiritual. 20 Escritos, 3. 21 Diario «ABC» del 9 de mayo de 1991, p. 129.

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