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LA EVANGFJ.IZACIÓN ENTRE LOS INFIELES 333 tante del tópico mito despreciativo hacia los musulmanes. El Papa había condena– do al Islam por ser «una fuerza diabólica enemiga irreconciliable del cristianismo»; para él representaba «el gran enemigo de la Cruz de Cristo» que solamente la espada de los cruzados podía aplastar. La victoria de las Navas de Tolosa en 1212 reavivó el entusiasmo y la persua– sión entre los cristianos, especialmente del Papa, de que el Islam podía ser vencido bélicamcnte. En e1 otoño de 1215 daba comienzo el IV Concilio de Letrán. El Papa, en su discurso inaugural, tomaba pie en una pcrícopa sobre la pascua para aplicar el sentido del vocablo --«paso,, ---a tres situaciones concretas: El paso del ultramar, el paso L'Spirihwl para la reforma de la Iglesia, el paso a la eternidad. Del tránsito corporal dice, entre otras cosas: «Todos los lugares santos están profanados, y el sepulcro del Señor, que solía estar espléndido de gloria, yace sin veneración. Donde Sl' adoraba al unigénito Hijo de Dios, Jesucristo, ahora se da culto a Mahoma, hijo de perdición... ¡Oh qué vergüenza, qué confusión, qué ignominia, que los hijos de !a esclava, los vilísimos agarenos, tengan cautiva a nuestra madre, esclavizada la madre de todos los fieles! ... Heme aquí, queridos hem1anos, me ofrezco a vosotros, me entrego a vosotros totalmente; dispuesto, si vosotros lo juzgfüs conveniente, a abrazarme con cualquier trabajo personal, a ir a los reyes, y príncipes, y pueblos, y naciones, y aún más allá para despertarlos con potente voz y hacer que se levanten a pelear las batallas del Señor, a vengar la injuria del Crucificado.» Entre los decretos que hizo el Concilio está el que habla de la «Expedición para recuperar Tierra Santa», donde se concretan las normas para llevar a cabo la Cruzada. Entre otras cosas dice: ,,El 1 de Junio del año próximo (1217), todos los que han tornado la cruz -es ckcir, los que se han comprometido a partir como "cruzados"-· y han elegido la vía marítima deberán encontrase en Sicilia, donde Nos mismo estaremos allí para organizar el ejército y bendecirlo... Los prelados no se cansarán de amonestar a todos aquellos que se habían comprometido a partir como cruzados, amenazándo– les, si fuera necesario, con la excomunión y el entredicho... »Todos los patriarcas, arzobispos, etc., y todos aquellos que tienen "cura de almas" deberán predicar la Cruzada a sus súbditos y pc'<iir insistentemente a los reyes, príncipes, SL:fiores, ciudades y aldeas con el fin de que las personas que no pue<.il-n efectivamente participar en la Cruzada, se hagan sustituir por un número suficiente de soldados a los que asegurarán el mantenimiento durante tres años... »Además Nos excomulgamos a los falsos cristianos que abastezcan a los sarracenos, enemigos de Cristo y de su pueblo, de armas, hierro, madera para construir navLis; los que les vendan galeras o se pongan a su servicio... Por un período de cuatro años ningún cristiano enviará naves a los países de Oriente ocupados por los sarracenos, para que los infieles no obtengan ventaja...

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