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LA EVA:S:GELIZACIÓN ENTRE LOS INFIELES 347 Mientras que el contenido de la catequesis para los cristianos es la exhortación a la penitencia, que recuerda la conversión bautismal, para los no cristianos es una invitación a la fe y a recibir el bautismo. El anuncio franciscano del Evangelio es previo a la sacramentalización; sólo después se acudirá al sacerdote para recibir la penitencia, si son cristianos, o el bautismo si no lo son. d) Proclamar el Evangelio Si con la presencia testimonial había que resaltar la cualidad de cristianos, con el anuncio de la Palabra hay que hacer patente que son seguidores de Jesús. La arrogancia y la provocación no facilitan la aceptación del mensaje, pero la falta de convicción y cierto complejo de inferioridad, tampoco. De ahí que, al ver la necesidad de utilizar también la palabra para comunicarles lo que es y significa la salvación manifestada por Jesús, lo hagan con humildad pero sin complejos, «porque dice el Señor en su Evangelio: A todo aquel que me confesare delante de los hombres, también yo le confesaré delante de mi Padre, que está en los cielos. Y: Si uno S(' avergüenza de mí y de mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con su gloria, con la del Padre y la de los ángeles» (1 R 16, 8-9). Todas estas cosas pueden decir los hermanos cuando anuncian la Palabra; pero no solamente éstas. El misionero debe estar abierto a nuevas situaciones. Lo importante es que sea testigo de la propia fe, tanto con el ejemplo como con la palabra. El hermano menor, por su profesión, se ha entregado por completo a Jesús. De ahí que trasparente esta pertenencia con todo lo que ella implica de coherencia y de audacia. e) Testigos del Evangelio La audacia para predicar el Evangelio puede acarrear la persecución e, incluso, la muerte. Los hem,anos, al profesar la Vida y Regla, se han comprometido a seguir a Jesús hasta el final. Cuando la predicación se hace a cristianos pueden recibir el desprecio y la persecución, como la mayoría de ellos los recibieron en sus viajes de misión fuera de Italia. Pero cuando se trata de misiones entre infieles, entonces la proclamación del Evangelio puede traer, como consecuencia, la misma muerte. Por eso avisa "ª todos los hermanos, dondcquic!ra que estén, (para que) recuerden que se dieron y abandonaron sus cuerpos al 5<..~ñor Jesucristo. Y por su amor deben exponerse a los enemigos tanto visibles como invisibks; porque dice el Señor: Quien pierda su alma por mi causa, la salvará para la vida eterna. Dichosos los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán. Y: Si os persiguen en una ciudad,
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