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LA EVANGELIZACIÓN ENIRE LC>S INFIFLES 345 sarracenos» para comunicarles la propia fe. En aquel tiempo las Cruzadas iban contra los sarracenos, y toda la ideología de la Cristiandad occidental estaba en contra suya. Francisco, sin embargo, enviará a sus hermanos no sólo a ellos, sino entre ellos, tal vez como «ovejas en medio de lobos», pero seguramente también como hermanos entre hermanos. Con ello se anuncia proféticamente un nuevo método misionero. En la concepción de los musulmanes como «infieles», Francisco es prisionero de su tiempo. Para él todo c1 que no sea cristiano, aunque sea judío o musulmán, es un infiel al que hay que convertir. Lo único que le distingue de la estrategia misionera oficial es su modo de comportarse: él no va contra los sarracenos para vencerlos, sino que va entre ellos para demostrarles su amor, si es preciso, hasta la muerte. Sin embargo, esto no puede utilizarse como una intuición ecuménica de diálogo entre dos rdigiones, ya que para Francisco la religión musulmana no es una verdadera religión; por tanto los misioneros, que eran los verdaderos creyen– tes, tenfon que convertir a la religión cristiana a los musulmanes, que no lo eran. A pesar de las limitaciones de la época, el seguimiento itinerante de Jesús hada posible que se le predicara no sólo a la Cristiandad sino también en sus alrededo– res, en los países de infieles. Por eso el «ir entre sarracenos» es una parte integrante de la vida de los Hermanos Menores. A la inspiración divina y a la propia decisión de seguirla hay que añadir el permiso del ministro; }X'ro éste no puede enviar a ningún hermano a misiones por obediencia, ni impedirlo si lo considera idóneo. Las necesidades de !a Provincia, por importantes que sean, no son motivos válidos para retenerle e impedirle que realice su vocación. c) Dos 11101fos de presencia «Y los hermanos que van (entre sarracenos), pueden comportarse entre ellos c"piritualmentl' de dos modos. Uno, que no promuevan disputas y controversias, si no que se sometan a toda humana criatura por Dios y confiesen que son cristianos. Otro, qm', cuando lL!s parezca que agrada al Señor, anuncien la palabra de Dios, para que crean en Dios omnipotente, Padre, e Hijo, y Espíritu Santo, creador de todas las cosas, y en el Hijo, redentor y salvador, y para que se bauticen y hagan cristianos, porque, a menos que uno renazca del agua y el Espíritu Santo, no puede entrar en d reino de Dios» (1 R 16, 5-7). En este fragmento se resumen los conceptos fundamentales de misión: la itinerancia, la presencia entre los no cristianos y la apertura al Espíritu Santo.

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