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LOS HERMANOS VAYAN POR EL MUNOO 235 CONCLUSIÓN Sin renunciar a toda esta herencia franciscana que, especialmente en la predica– ción, nos dejaron nuestros antepasados, hoy el problema del apostolado se nos presenta de forma muy diversa. Nuestra sociedad ya no es aquella cristiandad en la que todo ---cultura, ideología, etc.- estaba marcado por lo religioso. Hoy se admite la sociedad secular como algo lógico, por lo que la fe tiene que plantearse como una opción personal no siempre favorecida por el ambiente que nos rodea. Desde esta perspectiva, el apostolado ya no puede mantenerse como una acción rutinaria destinada al mantenimiento de una fe heredada que no se cuestiona ni inquieta. Tanto si se trata de acompañar y profundizar la fe de los creyentes que se sienten Iglesia de una forma responsable, como si se trata de volver a anunciar el mensaje evangélico a los que se ha dado en llamar «cristianos sociológicos», hay que hacerlo de una manera seria pero atractiva, que sea capaz de ofrecer en una sociedad plural un horizonte de sentido donde poder vivir de forma solidaria lo que significa ser hombre en apertura a la trascendencia de un Dios que nos ama. Esto es lo que hicieron, o intentaron al menos, Francisco y sus hermanos: ofn.. 'Cer futuro, de parte de Dios, a todos aquellos que encontraban cerrado su propio camino; acompañar en la búsqueda a los que soñaban con otras formas de ser persona en una sociedad distinta; compartir el gozo de lo ya conseguido y el dolor de las propias torpezas que desbaratan el caminar decidido. Indudablemente, las formas históricas en que se concretaron todas estas pro– puestas apostólicas de la Fraternidad primitiva respondían a su tiempo y ambien– te, por lo que, tal vez, no sean reproducibles. Pero, haciendo una rclectura de sus actividades, sí que podemos deducir los valores evangélicos que las sustentaban y que, de forma global, podrían ser estos: - El valor testimonial de la propia vida evangélica. En una sociedad donde hay inflación de palabras, difícilmente se puede comunicar el mensaje del Evangelio solamente con grandes discursos y convincentes razonamientos. Si las palabras no evidencian un estilo de vida como el de Jesús, se convierten en meros sonidos sin ninguna significación. La originalidad de la evangelización, apostolado, radica en que el mensaje transmite lo ya experimentado, lo ya vivido. - Preferir la evangelización a la sacramentalización. El tema de la «nueva evan– gelización», que con tanto énfasis corre por toda la Iglesia, es una toma de conciencia de que la cristiandad se ha descristianizado, a pesar de haber existido una gran tradición sacramcntalizadora. Pero la urgencia de esta nueva evangelización no puede hacemos caer de nuevo en los viejos defectos de creer que se trata de una vuelta al pasado. Evangelizar la cultura actual presupone la confianza de que es factible su evangelización. Disfrazar nuestra incapacidad de imposibilidad, es

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