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LOS HE&\1ANOS VAYAN POR EL MUNDO 223 La Fraternidad, al identificarse como un grupo de penitentes que habían optado por el Evangelio, provocaba en el pueblo un doble sentimiento de extrañe– za y ejemplaridad. El razonamiento que motivaba su estupor era que, o bien se trataba de un grupo que había tomado en serio el Evangelio o, por el contrario, eran unos pobres hombres que estaban locos de remate. Su apariencia externa no era para menos: caminaban descalzos, con una ropa que se caía a pedazos, y apenas tenían qué comer. El Anónimo de Perusa termina reconociendo que, si bien es verdad que la gente no se decidía a seguirles, ya que desconfiaba de ellos por su aspecto montaraz, sin embargo qm_>daba impresionada por la profundidad de su vida, con la que parecían marcados por el Señor (AP 16). b) Servir a los demás Francisco no concibe la ejemplaridad de la vida evangélica vivida por la Fraternidad en un contexto de aislamiento eremítico puro y duro. Los hermanos se han reunido para estar en el mundo de una manera servicial. Un ir por el mundo que no se identifica con el vagabundeo sin sentido sino que se concreta en una presencia fraterna con un peso específico. La experiencia de Francisco con los leprosos marcó para siempre su forma de seguir a Jesús, hasta el punto de considerarla como un ejercicio práctico para todos los que deseaban entrar en la Fraternidad (LP 9) y recordarla como una gracia del Señor en los últimos momentos de su vida (Tes 2-3). El aspecto misericordioso de la salvación, traída por Jesús, se hacía presente en medio de un mundo -el de los leprosos- cerrado y sin horizontes. La recuperación de la propia dignidad corno personas, negada por la sociedad, era un descubrimiento de que el Reino anuncia– do por Jesús se hacía presente en ellos y les invitaba a participar desde sus pobres vidas de leprosos. Aunque este apostolado ministerial concreto no llegó a cuajar como exclusivo de la Fraternidad, Francisco lo recordará corno el que ayudó al grupo a definirse en su servicio menor al Reino. Posteriormente seguirán en esta línea de inserción entre la gente ofreciendo su presencia como una ayuda que provoque la conversión. Es indicativo el encabezamiento del capítulo dedicado al trabajo, con el que Francisco describe el talante que han de tener los frailes cuando sirven a los demás: «Los hermanos, dondequiera que se encuentren sirviendo o trabajando en casa de otros, no sean mayordomos ni cancilleres ni estén al frente en las casas en que sirven; ni acepten ningún oficio que engendre escándalo o cause perjuicio a su alma, sino seanmenores y estén sujetos a todos los que se hallan en la misma casa» (1 R 7, 1-2). La vida evangélica que ellos viven como Fraternidad se hace provocadoramente

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