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78 J. MICÓ abiertos de forma activa a la voluntad del que nos hizo y cuida de nuestro crecimiento. Esta aventura de recorrer nuestro camino espiritual según el plan amoroso de Dios, es demasiado importante para dejarla exclusivamente a nuestras propias luces y decisiones; las propias limitaciones pueden jugamos una mala pasada reduciendo la voluntad de Dios hasta hacerla coincidir con la nuestra. Por eso es necesario emplear el discernimiento, acogiendo los puntos de vista de los demás, con el fin de objetivar al máximo lo que pensamos que es la voluntad de Dios sobre nosotros. Aunque el número no sea el factor decisivo de la obediencia, el caminar por el camino trazado conjuntamente por los hermanos es siempre una garantía de que por ahí se va a Dios. Dentro del proyecto evangélico franciscano, la obediencia es una actitud fun– damental no por tratarse de un voto, sino por ser el modo adecuado de aceptar la voluntad de Dios, que se nos manifiesta a través de mediaciones, y de hacerla efectiva por medio de u.11a vida peregrinante en el seguimiento de Jesús y la ayuda solidaria a los hombres. Esto es lo fundamental del proyecto franciscano; de ahí que la obediencia, como actitud de búsqueda abierta y confiada de la voluntad de Dios, sea el valor que define y para el que se reúne la Fraternidad. I. CONTEXTO HISTÓRICO DE LA OBEDIENCIA Los valores que configuran una determinada cultura, para poder mantenerse a través del tiempo, necesitan ir cambiando de forma para adaptarse a las necesida– des que la sociedad tiene en cada momento histórico. Por eso, la obediencia, como valor personal y social, ha ido transformándose para poder desempeñar su función en cada época determinada. Para entender el significado de la obediencia franciscana, hay que colocarla dentro de su propio cuadro cultural de referencia en el que se comprendió y desde el que se ejerció; de otro modo, cabe el peligro de proyectar imágenes y sacar consecuencias que no responden al ámbito de sus preocupaciones y decisiones, sino que son una justificación mal planteada de nuestros problemas y su forma de resolverlos. 1. UNA SOCIEDAD DE SUBORDINADOS La obediencia franciscana se enmarca dentro de una cultura feudal, donde la jerarquización de las clases sociales hace de la sumisión un valor decisivo, hasta el punto de sacralizarla. Las famosas «jerarquías» del Pseudo-Dionisio proyectan en el cielo los mismos estamentos o niveles que utiliza la sociedad feudal para desarrollarse y sobrevivir.

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