BCCCAP00000000000000000001499

LAOBEDIENCIA FRANO&:ANA.•. 95 La Regla no bu.lada establece claramente esta doble responsabilidad para que todos los hermanos, la Fraternidad, sean coherentes con lo prometido. Francisco, al hablar de los ministros, comprende que su función no les exime ni les preserva de la debilidad humana ni de la equivocación. De ahí que procure una vigilancia mutua que garantice elmejor cumplimiento del Proyecto emprendido. La autoridad que posee el ministro no le autoriza a confundir, y menos a identificar, la voluntad de Dios con la suya, mandando lo primero que se le ocurra. El ejercicio de la función tiene como finalidad hacer ver los valores que el grupo tiene como funda– mentales y la consiguiente animación para que todos los realicen. Esto es lo que entiende Francisco al advertir que no se puede mandar en contra del alma -la conciencia- o de la Regla. Pero la plasmación en una Regla de este principio de responsabilidad común a la hora de velar por la realización y crecimiento de los valores de la Fraternidad era demasiado audaz para que pudiera continuar formando parte de un texto legisla– tivo. La autoridad quedaba minada y la experiencia pareáa exigir, después de la crisis sufrida, una mayor rigidez en los cuadros de gobierno. Además, estaba el inconveniente de que a los capítulos generales ya acudían solamente los ministros provinciales, por lo que era difícil hacer llegar hasta allí las posibles quejas de los súbditos contra sus ministros. El resultado es que en los Escritos posteriores des– aparece este control mutuo de actitudes, quedando solamente para los superiores, como aparece en el Testamento (Test27-30)yen la Carta aun ministro (CtaM 14-20), la capacidad de advertir a sus súbditos de la falta de coherencia con la Regla. La responsabilidad queda así separada; por una parte se urge a los ministros una solicitud humilde y caritativa para con los henrianos, mientras que a éstos se les pide una obediencia absoluta. b) Los hermanos que son súbditos Junto a la solicitud de los ministros para que los hermanos puedan estar siempre abiertos a la voluntad de Dios, está la disponibilidad de los súbditos para acoger este servicio como una ayuda en su respuesta al Reino, expresado en la Regla. Dentro de esta confianza con que, por regla general, deben tornarse las observaciones y los mandatos de los ministros está la advertencia de Francisco a los hermanos que son súbditos, con el fin de que recuerden su renuncia, por Dios, a los propios quereres. Por tanto deben obedecer a sus ministros en todo lo que prome– tieron al Señor guardarynoestáencontradelalmaydelaRegla (2R 10,3; 1R4,3). La Regla y la propia conciencia son, pues, los objetivos dentro de los cuales actúa la obediencia, ya que a través de ellos se manifiesta la voluntad de Dios, de la que el ministro debe ser el intérprete. De este modo es comprensible la tozudez de Francisco por obedecer al ministro general y al guardián que le den, hasta el punto

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz