BCCCAP00000000000000000001499

LA OBEDIENCIA FRANCl~ANA•.. 89 su mayoría laicos (CtaO 2-3), pero también a todos los otros fieles que poblaban el mundo entero. Ante ellos se siente «su siervo y súbdito», que está obligado a serviles y suministrarles las palabras del Señor (2CtaF l. 2). 5. LA FRATERNIDAD, ÁMBITO DE LA OBEDIENOA Si la Iglesia, comunidad de creyentes, es el lugar donde se nos hace presente de una forma viva la voluntad de Dios expresada en el Evangelio, el modo más sensato de responder no será individual sino comunitario; es decir, en compañía de los otros hermanos que también han escuchado la misma voz y están dispuestos a responder de una forma generosa desde la Fraternidad. De este modo la Fraterni– dad se convierte en el espacio de la obediencia al Evangelio y al Proyecto de vida o Regla. Francisco es consciente de que toda actitud humana, también la obediencia religiosa, requiere una estructura o institución que la haga JX)Sible. Por eso la Fraternidad fue para él como un hogar en el que, en las relaciones cotidianas de los hermanos, llenas de gozos pero también de dificultades, se iba fraguando la voluntad de Dios sobre ellos y la respuesta obediencia! de todos al Evangelio a través de la Regla. La fraternidad, pues, es un entramado de relaciones personales que tiende a convertirse en obediencia caritativa. De ahí que el acto de integración a la Fraternidad, la profesión, venga designado como «ser recibido a la obediencia» (1 R 2, 9; 2 R 2, 11). En adelante los hermanos ya no podrán «vagar fuera de la obediencia», «porque nadie que pone mano al arado y mira atrás es apto par el Reino de Dios» (1 R 2, 10; 2 R 2, 12-13). Además de las connotaciones jurídicas de estos textos, en el fondo se mani– fiesta la coherencia de la vocación franciscana. Porque sí los hermanos han sido convocados, llamados a la Fraternidad para seguir a Jesús y poder vivir «según la forma del santo Evangelio» (Test 14), esta voluntad del Señor debe ser correspondi– da viviendo confiadamente en la propia Fraternidad como un sacramento o media– ción de la voluntad divina. La Fraternidad, por tanto, es el ámbito donde los hermanos, al obedecerse mutuamente, obedecen al Evangelio y a la Regla. Por eso les advierte Francisco que cuantas veces se aparten de los mandatos del Señor y vaguen fuera de la obedien– cia, sepan que están en una situación contradictoria; es decir, en pecado. Mientras que si perseveran en los mandatos del Señor, que prometieron por el santo Evangelio y por su forma de vida, se mantienen en la verdadera obediencia (1 R 5, 16-17). Hoy nos resulta un poco duro este lenguaje de Francisco. Pero conviene recordar que está pensado y escrito a principios del siglo xm, cuando la Iglesia dis– ponía del máximo poder que haya podido tener en la historia. La convicción de que

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz