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138 Miguel Anxo Pena González Espíritu LXXI (2022) ∙ n.º 163 ∙ 119-143 y la revelación” 59 . El pensamiento franciscano es casi más una manera de estar y de actuar que un sistema meticulosamente elaborado. En el mismo ocupa un papel particularmente relevante la adhesión personal a la Palabra divina, donde voluntad y pensamiento están presentes. En este orden de cosas, la libertad ha de ser entendida como obediencia a Dios, que es la única relación capaz de salvaguardar la autonomía humana. Vinculado a ello, como concreción —en línea práctica— vendría la referencia a la ley, que ha de ser entendida esencialmente como un acto de la voluntad, que contaría con el concurso de la razón que, de alguna manera, serviría para su corroboración. Así se ha de entender, por ejemplo, que no mantengan una presencia más activa, en relación a estas cuestiones u otras discutidas, en los generales de las aulas universitarias. Pues, en razón de las observancias, se encontra- ban replegados sobre sus Studium y, en particular, en el de San Francisco el Real de Salamanca, lo cual no quiere decir que no tuvieran una visión propia del problema. Con todo, parece claro que estas preocupaciones no les desvían de lo que ellos consideran más importante: la caridad, en la que el amor a Dios ocuparía un lugar indiscutible y central. En este sentido, las acciones han de estar encaminadas hacia esa búsqueda en la que se ha de pretender alcanzar la voluntad de Dios para el ser humano. Y, para alcanzar esto, el hombre ha de liberarse también de todo aquello que le ata y, espe- cialmente, de las cosas. Por este motivo, igual que ya había hecho Escoto, siguen comprendiendo el mundo como expresión y figura de un Dios bené- volo y liberal, del que se deduce un mundo ético y político donde la lógica de la libertad es algo irrenunciable, que supone siempre una comprensión trascendente. En el eclecticismo en el que se mueven los autores salmantinos, se ex- perimenta cierto rechazo hacia la teología nominalista pues, al poner el acento en la voluntad, aumentaban las dudas sobre la capacidad del hom- bre para el bien. En este sentido, Vitoria —al igual que otros autores de este contexto— busca una alternativa en la que la razón se anteponga como principio a la voluntad, algo que luego se irá marcando de manera más acentuada, respondiendo a problemáticas de rabiosa actualidad y que tienen una referencia directa a los nuevos tiempos y mundos en los que se encuentran implicados particularmente las coronas de Castilla y León, por lo que el pensamiento elaborado en la ciudad del Tormes ocupará un lu- 59  Cf. F. Martínez Fresneda, “Textos y contextos en la teología franciscana”, 20.

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