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VALORES EVANGÉLICOS DE LA REGLA HOY 269 El quererno;; pobres de cosas no responde a una voluntad de asce– tismo. Si nos sabemos pobres, tendremos que admitir la existencia de otro tipo de riquezas, que nos impiden, tanto o más que las materiales, el estar disponibles para Dios y el servicio a los hombres. El saber, el poder y otros valores más personales, pueden ser motivo de apropiación, aferrándom's a -ellos como fundamento de nuestras seguridades. Sin dejar cte reconocer nuestras cualidades y de tenernos una justa autoestima, no podemos utilizarlos como medio de dominio o de presión, sino que debemos compartirlos en forma de servicio solidario, sobre todo, con los más necesitados. 5. Lf, GRACIA DE TRABAJAR Gna consecuencia de nuestra opción pobre es la de satisfacer nuestras necesidades como Fraternidad por medio del trabajo, Sin embargo, y dado que la economía provincial se abastece, fundamentalmente, del mi– nisterio, se da una desproporción entre lo que se trabaja y lo que se recibe. La economía clerical ofrece estos inconvenientes, el tener unos ingresos superiores a nuestra condición y el permitir un trabajo por debajo de nuestras exigencias. El sistema conventual que predomina en nuestras Fratermdades favo– rece la existencia de unas ocupaciones que nadie controla y que, de forma seria, no pueden entenderse como trabajo. El trabajo, para ser tal, requiere una dedicación constante que repercuta, de algún modo, en la sociedad. Convertir la ocupación en trabajo es una trampa que sólo puede permitirse el que tiene asegurados de antemano los medios de subsis– tencia. El trabajo, no obstante, tiene un valor en sí mismo que no puede redu– cirse a lo puramente crematístico. Además de ser un medio para adquirir lo necesario para la vida, el trabajo tiene como función la propia reahza– dón personal y la ayuda solidaria a los demás, por lo que cabe el trabajo desinteresado y sin remuneración. De no optar por convertirnos en un grupo de marginados, y parece ser que los tiros no van por ahí, se requiere una profeslonalización que centre nuestro trabajo y lo concrete en algo serio, tanto para el propio individuo como para la Fraternidad y la sociedad en la que se vive y se sirve. 6. SENTIRSE HERMANOS El mismo Espíritu que nos lleva al seguimiento evangéhco de Jesús es el que nos da unos a otros para formar la Fraternidad. Esto significa

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