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202 J. MICÓ giosos (GIANO, Crónica, 26; EccLESTON, Los Menores en Inglaterra, 24. 27). En la Regla para los eremitorios el ritmo de vida está marcado por el Oficio divino, aunque no se dice nada de la misa. Esto denota, por una parte, que la organización tan detallada de la Fraternidad contem– plativa debió darse en los últimos años de la vida del Santo y con la intención, tal vez, de captar a los numerosos ermitaños que habitaban la Italia central; por otra, es un exponente de la vocación eremítica de la primitiva Fraternidad, que no se desvaneció con la adquisición de los primeros eremitorios -como Greccio, las Cárceles, etc.-, sino que mantuvo esa fisonomía tradicional propia de los ermitaños. - La misa de la Fraternidad Aunque la oración litúrgica de la Fraternidad, por su talante laico y cuasieremítico, se centró más en el Oficio de las Horas que en otras celebraciones -como la misa-, a medida que se fue consolidando su estructura como Orden se organizó también la celebración de la Euca– ristía. Las Reglas parece que lo suponen, pues no dicen nada al respecto. Sólo en la Carta a toda la Orden aparece la celebración de la misa diaria, no tanto para referirla al centro de la Fraternidad, por ser su acto más importante, sino para preservar la Eucaristía de toda intención mercan– tilista (CtaO 30-33). Dada nuestra sensibilidad actual respecto a la Eucaristía, por ser el acto que nos constituye en Fraternidad, extraña un poco que Fran– cisco no hiciera alusión a ella y se extendiera, por el contrario, en con– fosar su fe --y exigirla a los demás- en la presencia kenótica de Cristo en el sacramento del pan y del vino. Pero Francisco era hijo de su tiempo ~, bastante hizo con resaltar el aspecto «humillante» de la Eucaristía que le provocaba una actitud de adoración, más que de acción de gracias. Este silencio sobre la celebraci-ón eucarística en la Fraternidad tiene, sin duda, una explicación: la inclusión de la Eucaristía en el Oficio divino y el talante ·eremítico-itinerante del grupo primitivo. Las normas sobre la celebración eucarística, tal vez por ser obvias, están ausentes de todas las grandes Reglas. Por eso no es extralio que ·en las franciscanas tam– poco aparezca tal normativa. En cuanto a la repercusión que pudiera tener sobre la celebración de la Eucaristía el carácter eremítico de la primera Fraternidad, es un hecho presumible aunque no existan pruebas. L& poca afección de los ·ermitaños a las celebraciones litúrgicas, especial– mente cte la misa, es un dato evidente; lo que no lo es tanto es si la Fraternidad pnmitiva asumió esta característica de forma radical o, más bien, la suavizó con una celebración modesta.

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