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«ADORAR AL SEÑOR DIOS» 199 c10n de Cristo-, termina reproduciendo de forma paralitúrgica el signo del amor servicial, del amor kenótico, que determinó la vida y la muerte de Jesús. Con esta puesta en escena, Francisco representa su proyecto evangélico vivido en la presencia de Dios. Su oración trata de imitar, de identificarse con la oraciún de Jesús en total apertura al Padre. Esta voluntad, mantenida durante toda su vida, de acoger la fuerza del Espí– ritu para segmr a J,esús en su camino hacia el Padre, es lo que hizo de Francisco el creyente capaz de vivir su relación con Dios desde la litur– gia; más aún, vivió la liturgia como el acontecimiento con el que la Iglesia celebra la comumcación salvadora entre Dios y el hombre de una forma plena. De ahí que su oración profunda, al estar marcada por la objetividad y la autenticidad que le confiere la Iglesia, estuviera satu– rada de liturgia. c) La oración litúrgica La vertebración de la vida y la plegaria de Francisco está determinada por la liturgia y, más en concreto, por el Oficio de las Horas. Su condi– ción de convertido culto, al haber aprendido a leer y escribir con el libro de íos Salmos como texto, le familiarizó con el hecho de tener que adop– tar el ,]flcio divino para la Fraternidad una vez que fue aprobada por la Iglesia. Sin embargo, no podemos aplicar sin más nuestra visión actual del rezo de las Horas, dada la organización y la cantidad de me– dios de que disponemos, a la situación de la Fraternidad primitiva. La integración plena y estable del Oficio en la estructura orante de la Fra– ternidad necesitó un tiempo y un camino para ir recorriéndolo progre– sivamente hasta llegar a la normalidad. La referencia que hace Francisco en su Testamento a que al principio los hermanos clérigos decían el Oficio al modo de los otros clérigos, y los lakos decían el «Padrenuestro», puede dar la impresión de que la Fra– ternidad nació ya estructurada como una Orden religiosa en lo referente al Oficio. Sin embargo, no fue así. La progresiva introducc1<m del Oficio divino como oración oficial de la Fraternidad está en claro paralelismo con la evolución del Movimiento franciscano hasta desembocar en una Orden religiosa. Así pues, los bió– grafos nos describen el comportamiento de la primitiva Fraternidad res– pecto al Oficio de una forma diferente de como lo hace Francisco en el Testamento. Al volver los hermanos de Roma e instalarse en Rivotorto, pedirán a Francisco que les enseñe a orar, pues no conocían todavía el Oficio eclesiástico (1 Cel 45). San Buenaventura, para disimular la simplicidad de los primeros hermanos, dirá que se entregaban preferente– mente a la oración mental porque todavía no tenían libros para poder cantar las Horas canónicas (LM 4, 3).

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