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198 J. .MICÓ Pasión. Dejando para otro lugar el problema de su composición, si lo hizo Francisco solo o se ayud·ó de algún experto o alguna «armonía bíblica», lo cierto es que lo utilizaba diariamente como un complemento devocional del Oficio divino, lo mismo que hizo después santa Clara (LCI 30). Si miramos la tradición monástica, la necesidad espiritual de los monjes se tradt,L'.e en un'a prolongación del Oficio divino a fuerza de añadir salmos y más salmos. Sin embargo, en Francisco no se produce este fenómeno. Su necesidad devocional deja intacto el Oficio, pero se apresura a llenar ese vacío con oraciones inspiradas en la liturgia o, lo que ·es más significativo, con la adopción de un Oficio devoc10nal donde pueda expresar más libremente los sentimientos que le provocan el acon– tecimiento de la salvación, el sentirs·e visitado por un Dios que ha hecho y hace tanto por él. Que la práctica totalidad de su expresión literaria. en lo que se refiere a oraciones, esté inspirada en la liturgm nos lleva a la conclusión de que su meditaci<':m y oración privadas se nutrían también de ella. Francisco no tenía nir1guna formación teológica para poder recurrir a los escritorc:s espirituales en busca de apoyos devocionales que matuvieran fresca su oración. Por lo tanto, debía encontrar en la liturgia los elementos nece– sarios para la rumia orante y la satisfacción de su devoción personal. Una prueba de ello es el llamado «Breviario de S. Francisco». Escrito por un capellán de la Curia romana, lo adquirió Francisco después de la aprobación de la Regla en 1223 con el fin de poder rezar el Oficio «según la ordenación de la santa Iglesia romana, a excepción del Sal– terio» (2 R 3, 15). Poco tiempo después se le añadió un Evangeliario, pues según cuenta la Leyenda de Perusa, Francisco tenía por costumbre hacer leer el Evangelio del día, antes de la comida, cuando no podía acudir a la misa (LP ~7). El culmen_ sin embargo, de la oración paralitúrgica ele Francisco coincide con la plenitud espiritual de su vida. «Conoc1cndo que la muerte estaba muy cercana, llamó a dos hermanos y les mandó que, espiritual– mente gozosos, cantaran en voz alta las alabanzas del Señor -el Cántico d'e las criaturas- por la muerte que se avecinaba o, más bien, por la vida que era tan inminente. Y él entonó con la fuerza que pudo aquel salmo ele David: "Con mi voz clamé al Señor"» (1 Oel 109). «Mandó luego que le tra_jesen el códice de los Evangelios y pidió qu·e se le leyera el evangelio de S. Jua:n desde aquellas palabras: "Seis días antes de la Pascua, sabi'cndo Jesús que le era llegada la hora de pasar de este mundo al Padre ... "» (1 Cel 110). La vida de Francisco, vista toda ella en clave cnstológica -de imita-

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