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186 J. MICÓ espectador. Contemplar no es deslizar la mirada sobl'e las cosas de una forma superficial. El contemplativo se ofrece en un diálogo interior a todo lo que 1'e rodea, gozando de su íntima afinidad al reconocerse en el conocimiento de lo otro; y esto, no de forma racional, sino de un modo intuitivo. Celano apunta este talante contemplativo de Francisco al decir que, durante su convalecencia de una larga enfermedad, cierto día salió de su casa apoyado en un bastón y se puso a contemplar con más interés la campiña que se extendía a su alrededor. Mas ni la hermosura de los campes, ni la frondosidad de los viñedos, ni cuanto de más deleitoso hay a los ojos pudo en modo alguno deleitarle (1 Cel 3). La conclusión moralizante que pretende Celano para indicarnos su proceso de conver– sión no oscurece su situación de contemplativo frente a la vida. Si acaso nos refuerza la convicción de que su actitud fue madurando a medida que avanzaba por el caimino espiritual, pasando de una contemplación sensitiva y estética de las cosas a otra más interiorizada, donde la crea– ción ya no es objeto exclusivo del propio deleite, sino sujeto capaz de alabar con su existencia agradecida al Dios que la modeló y servir de sacramento para que el hombre transite por ella hasta encontrarse con el Creador de ambos. b) Contemplw· al hombre La contemplación no se limita a percibir las cosas con un respeto admi:cativo. Es extensible también a nucstras relaciones con los demás hombres; y ·el factor que determina esta actitud es el de colocarse ante el otro no con pretens10nes absorbentes ni monopolizantes, sino de en– trega confiada y aceptación respetuosa de su subjetividad. Los demás nunca nos pertenecen, por lo que el encuentro con ellos excluye todo afán de dominio, permitiendo y procurando favorecer la propia realiza– ción en libertad. La acdtud de Francisco frente al hombre, aun en aquella cultura de cristiandad donde parecía lógico que lo religioso pudiera imponerse, es siempre de admiración y respeto. La minoridad, que muchas veces quiere entenderse como un complejo de inferioridad, fue uno de los valores fraternos que defendi<5 con más tesón. Y esto porque expresaba la posi– ción ,que debe tomar todo creyente que pretenda seguir a Jesús ante los hombres vistos como hermanos. Francisco se pone siempre como servidor; pero un servidor del Evan– gelio que ofrece a los demás, en plan de igualdad, el descubrimiento existencial que él ha hecho (2CtaF 2. 3). Las formas concretas de mate– riahzar 'este ofrecimiento fueron muchas; pero siempre destaca en ellas
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